La periodista Ijeoma Oluo entrevistó a Rachel Dolezal, la mujer blanca estadounidense que se presentó al mundo como negra durante años y fue puesta en evidencia por sus padres de origen europeo. De hecho, Dolezal dirigía la oficina local de una ONG pro derechos de la población negra e iba contando una historia personal de sufrimiento y discriminación «por ser negra». Después de destaparse el asunto, Dolezal se puso un nombre nigeriano y se presentó a sí misma algo así como blanca que se siente negra.
El reportaje se titula In the Heart of Whiteness. El retrato que hace Oluo destroza la figura de Dolezal, presentándola como una chica blanca «que no se entera» y que un día se encaprichó en ser negro como parte de su «privilegio blanco». Hay cosas en el discurso de Dolezal que dan un poco de pena, sí. Como cuando cuenta que su interés por la negritud surgió en la infancia leyendo reportajes en la revista National Geographic sobre tribus exóticas en África.
Para Oluo es absolutamente ridículo el reclamo que hace Dolezal de presentarse a sí misma al mundo como negra. Le parece que frivoliza la experiencia de las mujeres negras reales. Pero claro, ¿no habíamos asumido desde el punto de vista posmoderno que todo absolutamente era una construcción social? Hay quien equipara a Dolezal a con una mujer trans.
La verdad es que estoy más cerca de Oluo que de Dolezal. Me parece que esta última forma parte de una tendencia creciente de gente que «envidia» la atención recibida por quienes luchan por obtener reconocimiento social. Ya hay quien incluso quiere ser operado para convertirse en discapacitado y quedar confinado a una silla de ruedas. Pero tengo la sensación de que situaciones como esta están llevando a la izquierda posmoderna a un punto de absurdo, feministas veganas luchando por «nuestras compañeras las vacas», que terminará implotando.
Una pija jugando a ser una persona excluida, causa algo cercano a la vergüenza ajena.
Pingback: La Académica Inquisición | El Lobo Estepario