Años 80

Leí sobre un psicólogo infantil que había contactado con antiguos pacientes décadas después. Les preguntó sobre su infancia y luego contrastó los recuerdos que cada uno albergaba con lo reflejado en el expediente de cada ex-paciente. La mayoría había construido un relato sobre la infancia que no concordaba con las viviencias que expresaron de niños al psicólogo.

Recuerdo demasiado bien mi infancia como para sentir nostalgia. Siempre me pareció más interesante el futuro, la tecnología por venir y la ciencia ficción. Creo que hay algo enfermizo en mirar atrás e idealizar el tiempo que no volverá. De ahí mi insistencia en abordar el tema: «El regreso de los 80: la catarsis de una generación que se está haciendo mayor». Es un recuerdo esterilizado de una España pobre y cutre donde los niños ricos que se podían permitir unas Nike Air eran dioses y los niños «mariquitas» eran monstruos de los que burlase. Me preocupa cuando viene alguien a celebrar que todo tiempo pasado fue mejor.

Los diseñadores de moda que no amaban a las mujers

Ha muerto Karl Lagerfeld y la prensa se ha llenado de artículos laudatorios como si todo el mundo estuviera al tanto de quién era y qué representaba. Ciertamente se despide a uno de los últimos representantes de la alta costura del siglo XX. Lagerfeld salvó a la casa Channel de la irrelevancia de hacer ropa para ricachonas rancias y apolilladas, siendo debatible si Coco Channel hubiera aprobado el rumbo que le dio Lagerfeld a su marca.

Pero en esto que llega Natalia Sánchez y nos recuerda las cosas terribles que dijo Karl Lagerfed, alguien que encajó perfectamente en el arquetipo de personaje del mundo de la moda cruel y superficial que todos tenemos en mente. Fue además un diseñador que defendió la contratación de esa clase de modelos femeninas enfermizamente delgadas que a los hombres heterosexuales nos resulta tan desagradable.

Y resulta, que leyendo estos días datos biográficos en tantas artículos publicados descubro que construyó su estética personal (siempre con gafas de sol, cuellos altos y guantes) para esconder sus inseguridades, algunas producidas por su madre. Todo nos remite a lo mismo. A la insatisfacción con el propio cuerpo  por complejos adquiridos. Y me surge la pregunta de cómo hemos terminado viviendo en un mundo donde el canon de belleza femenino es construido por hombre como Lagerfeld, que no era hetereosexual y resultó que no mantenía una relación sana con su propio cuerpo.

Anoushka Shankar y Manu Delago en estado de gracia.

Ravi Shankar fue el más célebre intérprete de sitar del siglo XX. Salvando las distancias, podríamos decir que ocupó un lugar parecido a Paco de Lucía en la historia de la música de su país. Fuera de las fronteras del país se le percibía como un exponente de las esencias clásicas de su música mientras que localmente había sido un renovador y un experimentador.

Ravi Shankar tuvo dos hijas que han llegado lejos en el mundo de la música: Norah Jones y Anoushka Shankar. Esta última siguió su estela y se convirtió en intérprete de sitar. Escuché algunas de sus interpretaciones sin prestarle verdadera atención hasta llegar al concierto en el festival de Glastounbury en 2017.

Durante casi una hora, Anoushka Shankar desgrana el repertorio de su disco Land of Gold, destacando la segunda mitad del concierto con la interpretación de «Crossing the Rubicon» y especialmente con «Reunion». En esta última canción ella y el percusionista Manu Delago entran en estado de gracia. Alguien se ha molestado en extraer el fragmento de esa canción.