Apocalipsis Trump

Trump

Me sorprendió la victoria de Donald J. Trump, como todos, pero enseguida quedé harto de todos esos análisis de la intelligentsia occidental sobre por qué la clase obrera en Estados Unidos votó mal. Luego me invadió una sensación infantil de gozo ante la perspectiva de un fin del mundo tan inesperado como delirante. «Happy End of the World», como anunciaba Pizzicato Five en 1997. ¿Quién siendo niño, no soñó que todo terminara terriblemente mal para formar parte de la Alianza Rebelde o la Resistencia? No creo que haya friki en el mundo que no haya albergado fantasías madmaxistas y survivalistas.

Tanta condescendencia europea hacia eso paletos estadounidenses, que no saben ni siquiera elegir al presidente correcto entre dos opciones, esconde que el verdadero peligro vendrá de Europa en 2017.  Se avecina una tormenta. Veremos el auge de partidos euroescépticos y xenófobos amigos de Putin que pondrán la Unión Europea patas arriba.  Alguno dirá que eso es bueno. Pero yo soy bastante pesimista sobre el futuro de Europa Occidental por razones políticamente incorrectas de decir aquí y ahora.

Creo que buena parte de culpa de todo lo tiene la izquierda. Y es irónico que quién mejor haya diseccionado el triunfo de Trump haya sido «Jonathan Pie», el irreverente periodista creado por el actor británico Tom Walker. Dice mucho del actual estado de los medios de comunicación que pocos se molestaran en buscar en Internet para descubrir que es un personaje de ficción antes de presentarlo como el monólogo de un periodista británico.

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Las oportunidades fallidas de Dana Carvey

Creo que las primeras noticias sobre Dana Carvey en España las tuvimos  con la película El Mundo de Wayne (Wayne’s World, 1992).  Eran los tiempos en que Internet era algo desconocido para la gente corriente y la televisión estadounidense era un mundo sólo accesible para quién tuviera antena satélite o hubiera vivido allí. Así que la mayoría de los adolescentes que vimos la película no tuvimos ni idea de que la película desarrollaba unos personajes creados para el programa de televisión Satuday Night Live, donde Carvey se había labrado una reputación como imitador.

Aquella ignorancia sobre la televisión estadounidense, por cierto, servía para que muchos humoristas españoles copiaran ideas de Satuday Night Live. El éxito comercial de El Mundo de Wayne llevó a la producción de más películas, muchas de las cuales pasaron por España sin pena ni gloria porque eran comedias de medio pelo que, sin el tirón del programa de televisión, no tuvieron recorrido comercial.

Dana Carvey abandonó Saturday Night Live para tener en 1996 su propio programa: The Dana Carvey Show. El programa fue cancelado antes del fin de la primera temporada. Queda en su haber el lanzar la carrera de Stephen Colbert y Steve Carrell. Y cabe destacar que el guionista jefe fue Louis C. K.  El tipo de humor del programa no encajó en la franja horaria en el que se emitió. El propio Stephen Colbert contaba en una entrevista con Howard Stern cómo después de la emisión del primer programa, en el que Carvey aparecía como un Bill Clinton con muchos pezones dando de mamar a cachorros, pidió disculpas a la plantilla por haber «arruinado su carrera». Sólo se emitieron ocho de los diez programas previstos.

Al año siguiente del programa que no llegó muy lejos, un error médico en una operación coronaria casi le mata. Recibió 8 millones de dólares como daños y perjuicios. Ese mismo año, Mike Myers, coprotagonista de El Mundo de Wayne, lanzaba Austin Powers, que sería un enorme éxito y tendría dos secuelas. La oportunidad para Carvey en Hollywood llegó con The Master of Disguise, a la que le cabe el dudoso honor de estar en la lista de Wikipedia de películas que han sido consideradas la «peor película jamás hecha».  Después de aquel fiasco, Hollywood no volvió a contar con Carvey como actor. Sólo hizo un pequeño papel en Jack y su Gemela (Jack and Jill, 2011), ¡qué también aparece en la lista de las películas consideradas la «peor jamás hecha!».

En alguna parte leí que Dana Carvey decidió renunciar al cine y a la televisión para estar con su familia, después de haber sido un padre ausente. Se puede interpretar como una justificación de una carrera hacia el estrellato frustrada. Pero no pretendo hacer leña del árbol caído sino preguntarme qué pasa por la cabeza de alguien que fue realmente popular en el mundo del entretinimiento y que se quedó a las puertas del estrellato por fallar sus dos grandes proyectos. Si quedarse a mitad de camino en la vida es duro, quedarse a mitad de camino de la fama y millones tiene que serlo aún más para un artista.

La carrera de Carvey ha tenido una nueva etapa. Grabó un especial para Netflix (Straitgh White Male, 60) y pasó por la mayoría de late night shows de la televisión estadounidense. Ahí fue dónde lo redescubrí y lo que me animó a ver su especial. Entonces encontré el problema. Es un gran imitador pero, como muchos, carga el peso de su espectáculo en sus imitaciones, metiendo muchas veces a los personajes con calzador en el monólogo. Y así, a pesar de todo, es autor de momentos de comedia que son oro puro en su genialidad y trascienden el humor como este: