Después de aquel repaso que hice a cómo los diseños más recientes de cámaras fotográficas no son más que un canto a la nostalgia de diseños analógicos de los años 70, todas las marcas han puesto sus cartas sobre la mesa en el mercado fotográfico. Es un mercado extraño. No se guía por sesudos estudios que tratan de discernir qué quieren los usuarios. O si lo hace, el resultado es muy raro. Las marcas no paran de sacar cosas que nadie había pedido con la idea de que los consumidores descubrirán de pronto que siempre habían deseado algo así.
Canon fue la última en apuntarse al mercado de las cámaras sin espejo. Después de mostrar su desprecio por ese nicho de mercado, apareció con un modelo nada espectacular supuestamente diseñado «para mujeres» dentro de la filosofía «ladrillo tecnológico con objetivo intercambiable». Nada del otro jueves, pero divertido pensar con la perspectiva del tiempo en aquellas declaraciones tan arrogantes que venían a decir que las marcas que sacaban cámaras sin espejo lo hacían porque no se comían un colín en el mercado profesional. ¿Una puya a Olympus?
Nikon es la otra gran marca de cámaras profesionales que llegó a última hora al mercado de las cámaras sin espejo. Lo hizo con un invento raro. Cámaras de objetivos intercambiables con sensor de cámara compacta. Una combinación nefasta: El precio elevado de las cámaras de objetivos intercambiables con las prestaciones finales de una cámara compacta barata. Por lo visto se han vendido mucho en Estados Unidos por una razón inapelable: Llevan la palabra «Nikon» en la parte frontal.
Pentax es ota marca que llegó tarde al mercado de las cámaras sin espejo. Y lo hizo con dos cacharros extraños que abrían dos nuevas líneas de producto. Por un lado, la familia Q de cámaras con sensor de compacta y objetivos intercambiables que usan lentes de juguete y cuestan bastante dinero. Uno podría pensar que careciendo del tirón que proporciona la marca, como Nikon, se habrán dado un batacazo. No sé cómo han sido las ventas en Europa o Estados Unidos. Pero acaban de sacar la segunda generación. Si insisten será por algo. Pero a mí me sigue pareciendo igual de rara que ver. Y si Pentax ha sufrido problemas económicos, siendo primera comprada por Hoya y luego por Ricoh, se la ha terminado de jugar sacando una segunda familia de cámaras sin espejo. Ha hecho lo que parecía imposible. Ha sacado una familia de cámaras sin espejo totalmente compatible con las ópticas de las réflex Pentax. Se podía hacer y nadie lo había intentado. Bien por Pentax. Pero si alguien piensa que los dueños de una réflex Pentax íbamos a dar saltos de alegría y pasar por caja es que no ha visto la «cosa» que parió un famoso diseñador industrial:

Debe ser la primera vez que duela mirar una cámara. Con lo fácil que era limitarse a desarrollar un diseño de «ladrillo tecnológico» respetando el estilo de las réflex digitales Pentax.
Y llegamos a otra de las marcas que se apuntó a última hora al mercado de las cámara sin sin espejo pero que lo ha puesto todo patas arriba. Fuji primero sacó la X100, una cámara compacta con sensor de réflex y objetivo fijo de la que nos enamoramos incluso los que como yo en los años 90 mirábamos con desprecio las cámaras con aspecto metálico de los años 70.

La X100 imitaba la apareciencia de las carísimas cámaras telemátricas. Así que de alguna forma activó un reflejo pavloviano en los consumidores y generó la expectación suficiente para su familia de cámaras sin espejo de ópticas intercambiables. Primero la X-Pro1:

Y luego la «asequible» X-E1:

Aquí la X100 y un modelo de preserie de la X-E1:

Es realmente interesante pensar cómo tecnología de última hora se convierte en interesante a ojos de los consumidores en una envuelta de estética totalmente. Al fin y al cabo el ladrillo amarillo de Pentax y las Fuji son dos artefactos que sirven exactamente para lo mismo.
Por último llegamos a las marcas que abrieron el mercado. Sony y Samsung, fabricantes de bienes de consumo masivo, han sacado su particulares versiones compacta del «ladrillo tecnológico» con una lente enroscada. Sony ha optado por cámaras lo más compactas posibles, mientras que Samsung hace la guerra por su lado sin saber muy bien cuánto tiempo aguantará sin poner en el mercado nada que realmente destaque.
Y por fin llegamos a las pioneras de las cámaras sin espejo. Panasonic sigue sacando sus miniréflex y sus cámaras sin espejo muy compactas. Mientras, el público pide que arriesgue y que pase de cámaras vagamente parecidas a una telemétrica a una verdadera cámara con estética retro. Es decir, que saque una versión actual y sin espejo de una cámara de 2006 inspirada en la estética de las cámaras telemétricas de los años 70. Veremos si lo hace y cuánto tarda.
Por último, Olympus sigue adelante a pesar de sus problemas financieros y por fin ha reorganizado el batiburrillo que había montado con los nombres de sus cámaras. Abrió una nueva gama con la E-M5, que no es otra cosa que una cámara digital con la estética de las OM analógicas de los años 70. Y ha renovado la gama baja de sus cámaras sin espejo más asequibles con una nueva estética que las acerca otra vez a las cámaras PEN. Entramos así en la segunda década del siglo XXI y el último grito vuelve a ser la estética de los años 60.
