Auge y caída de Nadezhda Tolokónnikova

Todo empezó como una broma. Una amiga se dedicaba a publicar fotos de Vládimir Putin en su muro de Facebook exaltando su virilidad. Yo contraataqué desde mi muro poniendo fotos de Nadezhda Tolokónnikova, una de las activistas del colectivo ruso Pussy Riot, que era noticia por su estancia en prisión. Los músculos de Putin vs. la belleza de Nadezhda Tolokónnikova.

Nadya había sido enviada a una prisión en Siberia donde tenía que trabajar largas horas en un taller de costura. Allí era sometida a toda clase de arbitrariedades por parte de las vigilantes de la prisión y a acoso por parte de las presas comunas.

Me dediqué a seguir su caso y aprovechaba cualquier novedad para publicar en mi muro de Facebook una foto suya donde saliera favorecida.

Al final, lo que empezó siendo una broma lo terminé convirtiendo en algo serio. Me leí Words Will Break Cement: The Passion of Pussy Riot de Masha Gessen, teniendo una de mis primeras aproximaciones a la Rusia de Putin. La otra fue Mafia State de Luke Harding. Creo que ambos libros hacen un retrato bastante demoledor del autoritarismo y corrupción de la Rusia de Putin.

Ante la presión internacional y la proximidad de los Juegos Olímpicos de Sochi, que iban a poner la mirada del mundo sobre Rusia, Nadya fue indultada. Empezó entonces el ascenso internacional de Pussy Riot.

Al año siguiente de haber salido de la cárcel, Nadya Tolokónnikova y María Aliójina salieron en la tercera temporada de House of Cards, en aquel entonces el drama político del momento. Empezaría entonces el periplo portadas de revistas, invitaciones a eventos y entrevistas en medios para hablar de Rusia.

Nadezhda Tolokónnikova pasaría por España para presentar «su libro», un producto editorial de consumo rápido, con evento en el Matadero de Madrid. El aterrizaje de Pussy Riot en España coincidiría con la hegemonía del femenismo posmoderno en la izquierda institucional, mientras que el mensaje de denuncia de la Rusia de Putin quedaría en segundo plano.

El problema de Nadya Tolokónnikova y María Aliójina es que según pasaban los años su condición de «disidentes rusas» lejos de Rusia se diluía en Occidente. Y la reconversión al activismo woke occidental suponía disputar la atención mediática con una legión de competidores. En la rancia Rusia ortodoxa sus provocaciones habían logrado notoriedad internacional. En Occidente el listón estaba mucho más alto.

Pussy Riot se había hecho célebre internacionalmente por su detención tras grabar sin permiso dentro de una catedral de Moscú. En realidad, aunque la prensa occidental lo presentaba como tal, no se trataba de un grupo musical. Era un colectivo punk que se movía en el mundillo de las performances. Aún así, Pussy Riot logró notoriedad puntualmente con algún vídeo musical que mostraba su verdadero objetivo: el público ruso. En «Chaika» se denunciaba la corrupción e hipocresía de los altos cargos del putinismo, como era el caso de Yury Chaika, fiscal general de Rusia. Pero «Chaika» estaba más cerca del spoken word que de la música. La voz de Nadya Tolokónnikova no daba para sostener una carrera musical.

Los siguientes años vimos a Nadya Tolokónnikova tratar de labrarse una carrera como artista multimedia en el vago y etéreo mundo del arte posmoderno. La vimos vender merchandising como diseñadora gráfica, hacer sus pinitos como D.J., protagonizar performances… Y hasta embarcarse en aventuras de criptomonedas y NFT vinculadas a iniciativas activista, lo que quizás podría librarle de la etiqueta vendehumos.

Me ahorraré poner las fotos de la etapa que vino luego. Algunas parecenn tomadas tras una noche de borrachera. Otras directamente fueron publicadas para promocionar su perfil de Onlyfans. Nadezhda Tolokónnikova osciló siempre entre su activismo y su vanidad de mujer que recibía atención por su físico.

Habiendo seguido al personaje tantos años sólo puedo sentir simpatía por alguien que fue un amor platónico pero que, tras tocar techo, trata sin ningún talento discernible de sobrevivir con una carrera de influencer explotando su físico siempre con la excusa del empoderamiento feminista. Supongo que eso es lo que todos hacemos, tratar de sobrevivir.

Años 80

Leí sobre un psicólogo infantil que había contactado con antiguos pacientes décadas después. Les preguntó sobre su infancia y luego contrastó los recuerdos que cada uno albergaba con lo reflejado en el expediente de cada ex-paciente. La mayoría había construido un relato sobre la infancia que no concordaba con las viviencias que expresaron de niños al psicólogo.

Recuerdo demasiado bien mi infancia como para sentir nostalgia. Siempre me pareció más interesante el futuro, la tecnología por venir y la ciencia ficción. Creo que hay algo enfermizo en mirar atrás e idealizar el tiempo que no volverá. De ahí mi insistencia en abordar el tema: «El regreso de los 80: la catarsis de una generación que se está haciendo mayor». Es un recuerdo esterilizado de una España pobre y cutre donde los niños ricos que se podían permitir unas Nike Air eran dioses y los niños «mariquitas» eran monstruos de los que burlase. Me preocupa cuando viene alguien a celebrar que todo tiempo pasado fue mejor.

El futuro ha vuelto

Uno de los temas recurrentes de este blog durante un tiempo fue la ola de nostalgia retro que invadió el diseño de aparatos tecnológicos, con la fotografía digital a la cabeza. Es como si el futuro hubiera dejado de ser una promesa y el pasado se hubiera convertido en la zona de confort a la que volver. Quizás porque no tengo un recuerdo entrañable de mi infancia, nunca he participado en la fiesta de la nostalgia de los años 80. Acudí hace no mucho a un pase de la película Gremlins y en la tertulia posterior alguien dijo «Estamos recordando los 80 como nunca fueron».

Pero el futuro ha vuelto. Y uno de los responsables es Elon Musk, con sus coches eléctricos con piloto automático y cohetes reutilizables. Hace poco, su empresa SpaceX, alcanzó un hito con el éxito del lanzamiento del cohete FalconHeavy. Imagino que todo el mundo ha visto ya las imágenes de los dos cohetes Falcon aterrizando verticalmente y en paralelo. Pero hay algo especial en ver las imágenes crudas de un testigo ocular con el bramido de los cohetes y su estampido sónico.

Ups, pasó otra vez

Peter Boghossian y James Lindsay han perpetrado un nuevo «Sokal». Redactaron un artículo académico lleno de logorrea posmoderna con citas a obras inexistentes y lo han colado en una revista académica llamada Cogent Social Sciences. El artículo se titula «El pene conceptual como constructo social» y sostiene que el pene no debería entenderse como un órgano anatómico, sino como un constructo social. Exactamente los autores dicen «un constructo social altamente fluido y performativo de género».

Los autores afirman que redactaron los párrafos más absurdos y vacíos posibles para crear un artículo que jamás debió ser publicado por una revista pretendidamente académica. Se contradijeron en el texto a posta, introdujeron expresiones de la jerga post-estructuralista de forma aleatoria y llegaron a culpar al pene «conceptualmente» del cambio climático. Para colmo usaron citas extraídas del «Generador Posmoderno», un algoritmo que genera aleatoriamente textos posmodernos.

Cogent Social Sciences parece ser una de esas revistas académicas cajón de sastre que cobran por publicar. Así que no estamos tanto ante un problema de revistas posmodernas que publican boberías, sino ante prácticas deshonestas. Pero que un artículo así recibiera comentarios positivos de los revisores indica que el mundo académico posmoderno funciona bajo la Ley de Poe. Las parodias son indistinguibles de la realidad.

Lista de Reyes

Mañana es el Día de Reyes, así que os voy a proporcionar una lista de regalos por si os toca la Lotería del Niño y os sentís generosos.

Bueno, la cuestión es que estaba repasando la lista que tengo por ahí que siempre mantengo de cacharros, chismes y trastos que me gustaría comprar y caí en la cuenta que bien parece una lista de preparación para el apocalipsis zombie. Así que merece la pena preguntarse en qué momento se coló en mi cabeza la predilección por el tacti-cool.

Recuerdo moverme por el campus de mi universidad con mi forro polar Diamir de fibra Polartec® 300 y mi mochila McKinley. Por aquel entonces leí Bobos en el paraíso donde David Brooks contaba sobre la aparición de una nueva generación (bourgeois bohemian) que rechazaba el consumo ostentoso de sus padres pero había adoptado un estilo de vida igualmente caro donde se valoraba lo auténtico, lo práctico, el contacto con la naturaleza, etc. Es decir, esta nueva generación no se iba de vacaciones al Caribe, sino de trekking a los Andes; antes que un sedán Mercedes-Benz señorial, conduce un todocaminos; no gasta dinero en champagne y caviar pero paga gustosa el sobreprecio de la agricultura orgánica, ecológica y de Comercio Justo. En varios de estos elementos Brooks señalaba la atracción por la estética montañera que sentían personas que posiblemente nunca salían de la ciudad. Y así describía el flujo en un centro comercial en Seattle de visitantes pertrechados con chaquetas técnicas de Goretex® bien lejos de la montaña, igual que sus vehículos 4×4 nunca abandonan el asfalto. El auge de los valores de esta generación es una de las razones que los fabricantes de automóviles pasaran de fabricar todoterrenos a fabricar todocaminos.

Así que empezaremos con la sustituta de mi sólida Pentax K10D, lanzada por Pentax a finales de 2006. En este tiempo la compañía ha sufrido dos veces un cambio de dueño y su estrategia en el sector de las cámara sin espejo parece bastante errática. Pero en el terreno de las réflex digitales sigue dando en el clavo con sus modelos avanzados. Este año Pentax ha lanzado como su cabeza de gama la K3. Creo que cabe destacar que en The Camera Store TV la han elegido una de las tres mejores cámaras del año en uno de esos vídeos simpáticos que sacan cada Navidad. Yo optaría por la K3 acompañada por el objetivo Pentax 18-135 (equivalente a 28-200 en una cámara de carrete de 35mm.) con resistencia al agua. Por cierto, creo que basta este vídeo de un soldado en Afganistán mostrando la resistencia de sus cámaras Pentax para conocer de qué estamos hablando.

Como la Pentax K3 con el objetivo 18-135WR es bastante cara, pasaré algo mucho más económico: Pantalones en camuflajes avanzados. Sé que es una contradicción cuando es recomendable ser fácilmente localizable. Pero me voy al monte a hacer rutas de senderismo con pantalones de camuflaje. Ya me ha pasado de que alguien que venía caminando detrás mío mirando el camino sintiera que por unos segundos mis piernas «desaparecían» en el entorno. Lo compenso con una mochila en un color bastante llamativo.  Los pantalones militares son duros y prácticos, con un montón de bolsillos. En mi lista están los pantalones en camuflaje Pencott Badlands y en camuflaje A-TACS AU.

Siguiendo con el aire libre y la montaña, me encantan los cuchillos. Tengo en casa desde un cuchillo de combate Glock a un kukri que mandé a pedir a Nepal. Mi autoregalo de Reyes esta vez ha sido una herramienta Leatherman Wingman. En mi lista están dos clásicos: El cuchillo de supervivencia Ontario y una reproducción de la daga Fairbarn-Sykes.

Sobre decir que mi móvil Android es sumergible y resistente al polvo. Pero no me fío un pelo del sistema de cierre hermético de la carcasa. Descubrí lo atroz del diseño después de comprarlo. Así que a pesar de que no tengo un año con él he estado mirando por curiosidad las alternativas. Los comentarios de los usuarios del nuevo teléfono todoterreno que comercializa Decathlon son bastante contradictorios y el Samsung Xcover 2 aparece y desaparece en las tiendas de Internet. La verdad en este campo es que mi teléfono ideal sería el cruce de una Blackberry de última generación con un teléfono Casio (¡cómo resistirse a un teléfono bautizado «Commando»). Y por seguir con las comunicaciones, en el último apagón sufrido en casa descubrí con horror que mi radio multibanda con carga a manivela Etón FR 250 ya no funciona. Así que añadiré a la lista una Etón FR360, que ahora viene con cargador solar y conexión USB.

Supongo que para cualquier sociólogo del consumo, mi preferencia por la cultura  prepper antes que la preppy, es un evidente reflejo de la construcción social de la masculinidad. Y así, mientras los hombres podemos burlarnos de la atención y el dinero que las mujeres están  dispuetas a emplear en la moda, como resultado de los valores de la misma sociedad machista un tipo como yo termina fascinado por todos los cacharros electrónicos a prueba de golpes e inmersiones en la agua que son la promesa de una vida llena de aventuras en plena naturaleza para el Walter Mitty que todos llevamos dentro.

Llorando por los juguetes que abandonamos hace años

Si algo tiene la modernidad es la posibilidad de ser un nostálgico molón. Hablar de que rebobinar las cintas de cassette con el bolígrafo bic era la quinta esencia de la chulería porque podías mirar al tendido mientras pasaban los anuncios que se habían colado entre una canción de los Clash y otra de Bowie. Internet permite poner a Mazinger Z entre las series favoritas y creer que si te compras un smartwatch y dices «Kitt, te necesito» se te pone el pelazo de Michael Knight.

Mal día para dejar de fumar nos presenta su «Teoría destructiva de la evolución comercial», que señala lo absurdo de llorar la desaparición de productos de consumo (materiales o intangibles) a los que les dimos la espalda hace tiempo.

Vida precaria en Japón

Es ya famoso en Japón el fenómeno patológico de los jóvenes que se niegan a salir de su habitación en un contexto del fin del modelo de «un trabajo para todo la vida garantizado tras las universidad». Pero he encontrado otro fenómeno, el de la gente que vive en cibercafés que no cierran por la noche. La suma a final de mes es pequeña comparada con el alquiler de un piso, que en Japón implica fianzas elevadas y pago de varios meses por adelantado. Es otro resultado de una nueva era de trabajos precarios e inestabilidad laboral.

Otra vez la nostalgia del futuro

Luis Alfono Gámez escribe en el diario El Correo sobre cómo el futuro no es lo que era.

La Tierra, año 2013: no hay viajes espaciales más allá de la órbita terrestre, los robots siguen siendo tontos, no vamos de un lado a otro en coches voladores ni hay sistemas de traducción automática, no existen los replicadores de alimentos, seguimos solos en el Cosmos -que sepamos- y envejeciendo, la gente muere de cáncer y hasta de hambre, el fondo del mar está tan profundo como hace medio siglo… El futuro, definitivamente, no es lo que nos habían prometido.

Estar de moda la mató

Con la crisis y el paro, la gente tiene más tiempo libre. Y sin dinero, uno de los deportes más baratos es salir a correr. Me sorprendió hace poco encontrar a media mañana bastante gente con bicicletas y corriendo por un paraje natural cerca de la ciudad. El amigo con el que iba me dijo que me sorprendería la masificación de corredores que se daba a cierta hora. Proliferan las carreras populares y los clubes de senderismo. Así que me ha llamado la atención que Uxue Etxebeste se queje de que correr se haya puesto de moda. Se preocupa por la gente que empieza a practicar deporte sin una revisión médica y los percances que por ello ocurre. Pero como alguien señala en los comentarios, ¿no hay algo de «absurda sensación de quienes han realizado una actividad desde hace años, y ven cómo de repente se masifica y populariza»? Ese tipo de comentarios los llevo oyendo muchos años:

-«Yo llevo leyendo cómics de súper héroes desde la adolescencia y me fastidia que la gente que nunca leyó uno ahora no pare de hablar de Batman sólo por las películas de Christopher Nolan«.

-«Pues a mí me da rabia la cantidad de fans que han salido de la nada de mi novela favorita, que leíamos cuatro gatos, desde que salió la serie de televisión».

-«Y yo me sentía un hacker usando un oscuro software que nunca evolucionaba de la versión beta, pero lo he dejado de usar porque ahora una fundación ha apoyado su desarrollo y todo el mundo habla de él».

-«Yo le hablaba a todo el mundo de mi banda favorita, que nadie conocía. Pero ahora no soporto que todo el mundo hable de ella desde que la fichó una multinacional»