Ha muerto Karl Lagerfeld y la prensa se ha llenado de artículos laudatorios como si todo el mundo estuviera al tanto de quién era y qué representaba. Ciertamente se despide a uno de los últimos representantes de la alta costura del siglo XX. Lagerfeld salvó a la casa Channel de la irrelevancia de hacer ropa para ricachonas rancias y apolilladas, siendo debatible si Coco Channel hubiera aprobado el rumbo que le dio Lagerfeld a su marca.
Pero en esto que llega Natalia Sánchez y nos recuerda las cosas terribles que dijo Karl Lagerfed, alguien que encajó perfectamente en el arquetipo de personaje del mundo de la moda cruel y superficial que todos tenemos en mente. Fue además un diseñador que defendió la contratación de esa clase de modelos femeninas enfermizamente delgadas que a los hombres heterosexuales nos resulta tan desagradable.
Y resulta, que leyendo estos días datos biográficos en tantas artículos publicados descubro que construyó su estética personal (siempre con gafas de sol, cuellos altos y guantes) para esconder sus inseguridades, algunas producidas por su madre. Todo nos remite a lo mismo. A la insatisfacción con el propio cuerpo por complejos adquiridos. Y me surge la pregunta de cómo hemos terminado viviendo en un mundo donde el canon de belleza femenino es construido por hombre como Lagerfeld, que no era hetereosexual y resultó que no mantenía una relación sana con su propio cuerpo.
Mañana es el Día de Reyes, así que os voy a proporcionar una lista de regalos por si os toca la Lotería del Niño y os sentís generosos.
Bueno, la cuestión es que estaba repasando la lista que tengo por ahí que siempre mantengo de cacharros, chismes y trastos que me gustaría comprar y caí en la cuenta que bien parece una lista de preparación para el apocalipsis zombie. Así que merece la pena preguntarse en qué momento se coló en mi cabeza la predilección por el tacti-cool.
Recuerdo moverme por el campus de mi universidad con mi forro polar Diamir de fibra Polartec® 300 y mi mochila McKinley. Por aquel entonces leí Bobos en el paraíso donde David Brooks contaba sobre la aparición de una nueva generación (bourgeoisbohemian) que rechazaba el consumo ostentoso de sus padres pero había adoptado un estilo de vida igualmente caro donde se valoraba lo auténtico, lo práctico, el contacto con la naturaleza, etc. Es decir, esta nueva generación no se iba de vacaciones al Caribe, sino de trekking a los Andes; antes que un sedán Mercedes-Benz señorial, conduce un todocaminos; no gasta dinero en champagne y caviar pero paga gustosa el sobreprecio de la agricultura orgánica, ecológica y de Comercio Justo. En varios de estos elementos Brooks señalaba la atracción por la estética montañera que sentían personas que posiblemente nunca salían de la ciudad. Y así describía el flujo en un centro comercial en Seattle de visitantes pertrechados con chaquetas técnicas de Goretex® bien lejos de la montaña, igual que sus vehículos 4×4 nunca abandonan el asfalto. El auge de los valores de esta generación es una de las razones que los fabricantes de automóviles pasaran de fabricar todoterrenos a fabricar todocaminos.
Así que empezaremos con la sustituta de mi sólida Pentax K10D, lanzada por Pentax a finales de 2006. En este tiempo la compañía ha sufrido dos veces un cambio de dueño y su estrategia en el sector de las cámara sin espejo parece bastante errática. Pero en el terreno de las réflex digitales sigue dando en el clavo con sus modelos avanzados. Este año Pentax ha lanzado como su cabeza de gama la K3. Creo que cabe destacar que en The Camera Store TV la han elegido una de las tres mejores cámaras del año en uno de esos vídeos simpáticos que sacan cada Navidad. Yo optaría por la K3 acompañada por el objetivo Pentax 18-135 (equivalente a 28-200 en una cámara de carrete de 35mm.) con resistencia al agua. Por cierto, creo que basta este vídeo de un soldado en Afganistán mostrando la resistencia de sus cámaras Pentax para conocer de qué estamos hablando.
Como la Pentax K3 con el objetivo 18-135WR es bastante cara, pasaré algo mucho más económico: Pantalones en camuflajes avanzados. Sé que es una contradicción cuando es recomendable ser fácilmente localizable. Pero me voy al monte a hacer rutas de senderismo con pantalones de camuflaje. Ya me ha pasado de que alguien que venía caminando detrás mío mirando el camino sintiera que por unos segundos mis piernas «desaparecían» en el entorno. Lo compenso con una mochila en un color bastante llamativo. Los pantalones militares son duros y prácticos, con un montón de bolsillos. En mi lista están los pantalones en camuflaje Pencott Badlands y en camuflaje A-TACS AU.
Sobre decir que mi móvil Android es sumergible y resistente al polvo. Pero no me fío un pelo del sistema de cierre hermético de la carcasa. Descubrí lo atroz del diseño después de comprarlo. Así que a pesar de que no tengo un año con él he estado mirando por curiosidad las alternativas. Los comentarios de los usuarios del nuevo teléfono todoterreno que comercializa Decathlon son bastante contradictorios y el Samsung Xcover 2 aparece y desaparece en las tiendas de Internet. La verdad en este campo es que mi teléfono ideal sería el cruce de una Blackberry de última generación con un teléfono Casio (¡cómo resistirse a un teléfono bautizado «Commando»). Y por seguir con las comunicaciones, en el último apagón sufrido en casa descubrí con horror que mi radio multibanda con carga a manivela Etón FR 250 ya no funciona. Así que añadiré a la lista una Etón FR360, que ahora viene con cargador solar y conexión USB.
Supongo que para cualquier sociólogo del consumo, mi preferencia por la cultura prepper antes que la preppy, es un evidente reflejo de la construcción social de la masculinidad. Y así, mientras los hombres podemos burlarnos de la atención y el dinero que las mujeres están dispuetas a emplear en la moda, como resultado de los valores de la misma sociedad machista un tipo como yo termina fascinado por todos los cacharros electrónicos a prueba de golpes e inmersiones en la agua que son la promesa de una vida llena de aventuras en plena naturaleza para el Walter Mitty que todos llevamos dentro.
He decidido finalmente crear una nueva categoría para las entradas de este blog: Diseño. He hablado varias veces sobre la nostalgia entusiasta en la que se recrea de forma indulgente los fabricantes de cámaras de fotos. Pero el diseño no es para mí una mera cuestión estética, sino el reflejo del sentir de una época. El diseño industrial que se inspira en el pasado está lanzando un mensaje: El futuro dejó de inspirarnos. El futuro ya no es una promesa excitante. Y ese es un asunto que me interesa. Conservo números especiales de las revistas Muy Interesante y Geo sobre el «mundo del mañana». Juraría que ya no se publican monográficos así.
Y no hay que olvidar los «nuevos» Fiat 500, VW Escarabajo y Mini Cooper. Todos tienen algo en común. Fueron coches asequibles y populares que compró la clase trabajadora tras la Segunda Guerra Mundial. Hoy las versiones modernas del Escarabajo y del Mini son «coches capricho». El pasado y la nostagia vuelven como mercancía que proporcionan «distinción».
Ya sabíamos que hay un número limitado de posibles películas (la venganza, la historia de amor, el drama familiar, etc.) Lo que no habíamos caído en la cuenta es que parece haber un número finito posible de carteles de películas. Christophe Courtois los ha ido agrupando para crear el canon de los carteles de película. En La Boite Verdelos muestran de una forma más cómoda.
Hace tiempo confesé aquí a finales de los 90 miraba con desprecio aquellas cámaras de película con cuerpo de metal, como la Nikon FM2. Y en cambio babeé cuando leí sobre el lanzamiento de la Fuji X100, con su estética de cámara telemétrica.
Es como si el mundo de la fotografía se sintiera culpable por haber perdido la esencia atrapado en un mundo de manipulaciones Photoshop y disparos en ráfaga («alguna saldrá buena»), con lo que la mirada nostálgica hacia el mundo perdido sea un acto de contricción. También hay que decir que cuando algún fabricante quiso dar un salto al futuro contratando un reputado diseñador industrial, perpetró engrendros como la Pentax K-01.
Olympus ha sido una de las marcas que ha hecho bandera de la nostalgia fotográfica. Cuando lanzó su primera cámara sin espejo recurrió al diseño de la familia Olympus Pen, que estuvo en producción entre 1959 y principios de los años 80. Cuando lanzó un modelo de cámara sin espejo para «aficionados avanzados» recurrió otra vez a su propio pasado para realizar una versión digital de las Olympus OM de los años 70. Y lo ha vuelto a hacer con la última generación de cámaras sin espejo, inspiradas fuertemente en la familia Olympus Pen F de los años 60.
Es como si la Olympus EP-5 no estuviera ligeramente inspirada en el pasado, sino fuera ya una reinterpretación digital de una cámara antigua. Ya no es un guiño a los fotógrafos veteranos o un autohomenaje a las glorias pasadas. Empieza a ser una broma demiasado estirada en el tiempo.