Las reglas del arte

Hace poco concluyó la serie How I met your mother. En alguna parte leí, ahora no encuentro el enlace, la diatriba de una fan de la serie, quejándose de cómo los guionistas habían rematado el final. Es sólo una serie, podríamos pensar. Pero bajo el criterio posmoderno, toda narrativa no sólo es un reflejo de la realidad, sino que la construye. Las series trasmiten visiones de la vida, valores y significados. Esto convierte a los personajes de ficción en espejos de virtud.

La fan se quejaba de que al final no era coherente con la construcción a lo largo de la serie del personaje interpretado por Cobin Smulders como una mujer fuerte e independiente que tiene una vida sin un hombre al lado. No recuerdo si en alguno de mis blogs anteriores llegué a quejarme de la deriva de algún personaje de ficción. Creo que ahora no me tomo las cosas tan en serio ni tan intensas como la autora de aquel artículo larguísimo. La verdad es que me incomoda la gente así, que se implica tanto en obras de ficción y proyecta tantos anhelos personales en sus personajes. Hace mucho tiempo caí en la cuenta que en el largo plazo, los guionistas de las series estadounidenses terminaban por desvirtuar la personalidad de todos los personajes protagonistas «outsiders» para amoldarlos a la norma. Pero en este caso tengo algo que decir.

Descubrí la serie saltando de canal al azar viendo televisión. Vi pocos capítulos. Mi opinión personal es que el carácter que interpretaba Cobin Smulders era la candidata a ser la pareja del protagonista. Pero pronto vi que quedaba claro que ella no iba a serlo y perdí interés en la serie. How I met your mother era el equivalente de una serie que se llamara En busca del Santo Grial. El espectador en el fondo sabe al empezar cada capítulo y cada temporada que el protagonista no va a encontrar lo que busca, porque entonces terminaría la serie. Así que toda la trama argumental gira en torno a cómo el protagonista no encuentra lo que busca. En una serie así, la única manera de enganchar al espectador es soltar pistas falsas, enredar la trama y hacer perseguir espejismos al protagonista capítulo tras capítulo. La serie estaba condenada a ser un lío argumental a propósito.

Leí quejas de que la trama se había vuelto inverosímil  y aburrida de tantas vueltas argumentales. How I met your mother se había transformado en una serie sobre las vivencias juntos de un grupo de amigos donde el protagonista acumulaba fracasos sentimentales sin que la futura madre de sus hijos apareciera por ninguna parte. Vi el último capítulo por curiosidad. El final no es nada brillante pero me llamó la atención la pirueta de los guionistas para darle coherencia al desarrollo. [Spoiler alert]. Los hijos del protagonista le preguntan si se ha dado cuenta que la madre no es un personaje importante en su relato, que quien aparecía todo el rato era el personaje de  Cobin Smulders y que, ya que habían pasado seis años de la muerte de la madre, era el momento de intentarlo de nuevo con ella. Nueve temporadas de una serie para volver a aquel punto inicial en que yo descubrí la serie.

Izquierda Desunida

Hubo un tiempo, no hace mucho, que buscaba cada semana el último vídeo subido a Youtube de una charla de Pablo Iglesias, el telegénico profesor de Ciencia Política. Le podíamos perdonar que colaborara con un canal de televisión de un régimen bastante impresentable o que dijera las chorradas habituales de apoyo a gobiernos autoritarios en Hispanoamérica. Pero fue toda una novedad oír hablar a un profesor universitario elocuente que pretendía que entrara aire nuevo en las rancias catacumbas de la izquierda española. Más tarde le oímos expresar su programa político y resultó que no tenía ni idea de Economía.

Él no quería, claro. Se vio empujado, por supuesto. Lejos de mí pensar que fue algo a la altura de su ego. Pero tras confesar «Me han pedido que dé el paso» , presentó el proyecto político «Podemos» con él como provisional cabeza de lista a las Elecciones Europeas.  Luego dijo eso de «a mí me parece que Alberto Garzón sería el mejor candidato [para Izquierda Unida]» y me enteré que su pareja, Tania Sánchez Melero, lidera una corriente «renovadora» en Izquierda Unida de la Comunidad de Madrid. Entonces empecé a tener la impresión de que «Podemos» era una maniobra de abordaje de Izquierda Unida. «El Teleoperador» hizo una comparativa en su blog del manifiesto de «Podemos» y el programa electoral de Izquierda Unida en las elecciones generales de 2011, encontrando muchas similitudes. Pero en esto que el soviet supremo de Izquierda Unida se reunió y repartió los once primeros puestos de su lista. Si «Podemos» quería unirse, que lo hiciera poniéndose a la cola. Y así, «Podemos» va camino de convertirse en un partido con Pablo Iglesias como candidato a las elecciones europeas y ahora es aburridísimo escucharle decir lo mismo por toda España.

Para terminar, añadir el apunte de que «Podemos» sí se puso de acuerdo con otro partido, «Equo».  Ambos partidos se pusieron de acuerdo para rechazar la propuesta de formar una coalición  hecha por el «Partido X». Luego el juez Elpidio José Silva pidió una excedencia para formar el Movimiento RED, que no hay que confundir con el Partido de la Red o el Partido de Internet… Apasionante, sí.

Karam

Conocí la música de Tolga Sağ hace más de diez años y sólo hace poco tuve conocimiento de su padre, que resulta que es un músico y poeta importantísimo en Turquía. Llevo días enganchado con su versión instrumental de «Karam». Tras un arranque lento e improvisado, Arif Sağ se pierde en las cuerdas del bağlama en una exhibición de virtuosismo. Sólo hay que ver cómo le cambia la cara a su hijo durante la interpetación.

Gregorio Morán sobre la Transición

Pasados ya los días en que el asunto ocupó todos los medios y celebrado los funerales de Estado, es un buen momento para recuperar la entrevista que Antonio Yelo le hizo a Greogorio Morán en Jot Down. Basta ver la frase de Gregorio Morán que han escogido en Jot Down como título para saber que Adolfo Suárez y otros muchos no salen bien parados. Me pareció interesante lo que cuenta  de Torcuato Fernández-Miranda, un personaje que ha desaparecido de la «historia oficial» de la Transición y fue ese personaje en la sombra que movía lo hilos, digno de una película.

Gregorio Morán ha escrito libros sobre Adolfo Suárez, la Transición, el PCE…   Íñigo Sáenz de Ugarte dijo de él que «no pilló un despacho, un sueldo vitalicio o una tertulia» y «a cambio de eso, escribe de lo que quiere». Siempre me ha interesado el relato de los que están de vuelta, los arrepentidos o los desencantados. Aunque en las comentarios en Jot Down alguien señala que Gregorio Morán cumple en el diario barcelonés La Vanguardia el típico papel de ex-izquierdista que carga contra los que fueron los suyos desde un periódico de derechas. Pensemos en el ex-stalinista Carlos Semprún Maura y el ex-«guerrillero» Horacio Vázquez-Rial en Libertad Digital. Nadie machaca con tanto entusiasmo a la izquierda como la gente de izquierda.

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