El fantasma de las nieves

Mi escena favorita de «La vida secreta de Walter Mitty» tiene que ver con el esquivo leopardo de las nieves (Panthera uncia). Así que me ha llamado mucho la atención las fotos publicadas por la Snow Leopard Foundation de Pakistán.

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Las fotos han sido obtenidas mediante una cámara protegida por una especie de poste hueco ante la falta de árboles donde esconderlas. Al final, el poste atrajo la atención del animal y así se consiguieron los primeros planos.

Las cámaras sin espejo llegan a la madurez

Uno de mis propósitos fotográficos para el 2014 es dejar definitivamente de hablar de cámaras, como he hecho hasta ahora, para únicamente tratar la fotografía, fotos interesantes y fotógrafos. Ya he tratado aquí el trabajo de fotógrafos como Victoria Iglesias y Alberto Gamazo, que tuvieron ambos el detalle de dejar un comentario. También he hablado de fotos y galeráis de fotos interesantes. Este año acaso trataré de cerrar algunos de los temas en los que he insistido, como por ejemplo cómo la fotografía vive atrapada en una glorificación de su pasado analógico, con casi todas las marcas sacando modelos de estética retro. Pero de eso trataré en un futuro para cerrar el asunto de las cámaras como dispositivos tecnológicos. Hoy voy a hablar de algo que me permite cerrar mis largas parrafadas sobre cámaras de fotos.

Acostumbrado a la fotografía de viajes y naturaleza, recibí con interés el lanzamiento en 2008 por parte de Panasonic y Olympus de las cámaras sin espejo de objetivos intercambiables. Ambas marcas lanzaron un formato, el Micro Cuatro Tercios, con un sensor más pequeño que el habitual APS-C de las cámaras réflex. Por redondear, podríamos decir que las cámaras sin espejo ofrecían un 75% de la calidad en la mitad del espacio. Era un sacrificio asumible para mí. Tema aparte es su recepción en el mercado. Precisamente el departamento de fotografía de ambas compañías ha tenido problemas financieros a pesar de ofrecer productos interesantes e innovadores. A estas alturas creo que es mi sino interesarme por tecnologías útiles y prácticas a las que el mercado da la espalda (ebook, Blackberry, netbook) por otros productos que triunfan por el «cool factor». Pero varios hitos dan motivo para la esperanza porque creo que estas cámaras han cruzado cierto umbral a partir del cual son tecnologías para quedarse.

-Sony lanzó una cámara sin espejo de formato completo, la Sony A7. Estoy seguro que es la primera de otras muchas que vendrán de otros fabricantes. Que el sensor de la cámara sea del tamaño de un negativo de película química (24x36mm.) significa la máxima calidad posible, por encima de las cámaras réflex digitales con sensor APS-C. Eso será un argumento que atraerá a profesionales que en el cambio sólo perderán calidad en el visor por el que se encuadra, que pasa de óptico a electrónico.

-Olympus lanzó su cámara profesional como cabeza de gama en formato Micro Cuatro Tercios. La marca había ya abandonado hace tiempo el mercado de las réflex digitales, así que era el paso evidente. El lanzamiento de la EM-1 supone dejar la idea de que las cámaras Micro Cuatro Tercios sólo sirven como «segundo cuerpo», complementarias o para el tiempo libre. Como en el caso anterior, esto atraerá clientes profesionales al segmento.

-Panasonic lanzó una cámara en formato Micro Cuatro Tercios compacta y bolsillera, la Panasonic Lumix GM1,  con unas prestaciones, según DxOMark, que ya superan a mi cámara réflex Pentax K10D con tecnología de 2006. Para potenciales clientes como yo, significa que pasar a una cámara sin espejo no será un retroceso en calidad óptica para conformarse con la comodidad de menor peso y tamaño. Ahora mismo significa una mejora. Y eso, me está haciendo reconsiderar mis futuros planes de compra.

La Panasonic GM1 comparada con la minúscula Pentax Q7

La Panasonic GM1 comparada con la minúscula Pentax Q7

La fotografía en la vida secreta de Walter Mitty

El pasado día de Navidad, día de su estreno, fui a ver «La vida secreta de Walter Mitty». Hacía tiempo que ninguna película despertaba en mí esa clase de interés que te lleva a ir al estreno. Me gustó, aunque me quedó la sensación de que con los mismos materiales la película pudo haber sido mucho más. Aunque un amigo dice que la opción evidente hubiera sido entrar en el terreno de la película  de «auto-ayuda», como disecciona antoninj en un debate de reddit, con lo que el camino tomado por Ben Stiller lo hace en cierta forma más interesante: Al final, en la vida el azar juega su papel.

La fotografía juega un papel fundamental en la película. El protagonista, interpretado por Ben Stiller, trabaja positivando fotos analógicas en la revista Life y su vida se pone patas arriba cuando desaparece el negativo de una foto destinada a ir en portada. Muchas escenas transcurren en la redacción de la revista, donde vemos portadas que fueron creadas a propósito para la película usando los archivos de la revista.

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El protagonista cree que el negativo de la foto quedó en manos de su autor por error y parte en busca de él, en un viaje que le lleva por Groeanlandia, Islandia y el Himalaya.  Cuando finalmente localiza al fotógrafo, interpretado por Sean Penn, lo encuena con una Nikon F3/T (y un teleobjetivo mucho más moderno para cámaras digitales) intentado fotografiar al esquivo leopardo de las nieves. Es un fotógrafo de la vieja escuela.

THE SECRET LIFE OF WALTER MITTY

Cuando aparece el leopardo de las nieves en el visor, el personaje de Sean Penn no aprieta el disparador. Y deja pasar los segundos. El personaje de Ben Stiller le pregunta cuándo va a hacer la foto. «A veces no la hago. Si disfruto de un momento, para mí, personalmente, no me gusta tener la distracción de la cámara. Simplemente quiero formar paret de él». Y eso es algo que a veces he sentido.

Netflix y el Big Data

Netflix es un servicio on-line para ver películas en varias plataformas (PC, tablet, videoconsolas..) por el que se paga una cuota mensual. Los usuarios tienen la posibilidad de votar las películas tras verlas, información que Netflix usa para recomendarte películas del mismo género. Sólo que los géneros cinematográficos para Netflix no son los habituales (drama, acción, comedia, terror, etc.) sino mucho más complejos. Alexis C. Madrigal se dio cuenta de ello y descubrió que la página web de Netflix asigna en su URL un código numérico a cada género. Tras desarrollar un programa que generara las sucesiva URLs y recogiera la descripción del género, obtuvo la lista completa: 76.897 géneros cinematográficos diferentes.

Las descripciones de géneros de Netflix siguen una gramática particular: «Región de Origen + Adjetivos + Género + Basado en + Situado + De los años + Temática + Para las edades X a Y años». A este modelo se le unen varios modificadores como «con un personaje femenino protagonista fuerte» o «para románticos sin remedios». Varios ejemplos reales son:

British set in Europe Sci-Fi & Fantasy from the 1960s
Romantic Indian Crime Dramas
Japanese Sports Movies
Violent Suspenseful Action & Adventure from the 1980s

A Alexis C. Madrigal le pareció muy interesante el descubrimiento y programó un «creador aleatorio de géneros» que se puede probar en la cabecera de su artículo. Aquí están varios de mis resultados:

«Showbiz Opposites Attract Satires Set in the Edwardian Era About Friendship»
«Evil Kid Alien Mysteries Based on Books Set in Africa With a Strong Female Lead»
«Reunited Lovers Gangster Period Pieces Based on Contemporary Literature Set in Ancient Times About Horses»
«Political Travel Fairy Tales Set in Europe About Food With a Strong Female Lead»

Tras jugar con los datos, Alexis C. Madrigal contacto con Netflix y pidió hablar con el creador del sistema, que resultó un tal Todd Yellin. El sistema resultó ser en la realidad mucho más complejo e interesante. Netflix le paga a personas para que vean las películas y rellenan una ficha donde tienen que darle una puntuación a conceptos como «romántica» o «termina bien». Así, Netflix a partir de tus votos a las películas que ven puede saber la clase de película que en realidad te gusta aunque tú mismo no seas conscientes. Por ejemplo, películas de acción con mucha violencia pero en la que el chico al final se termina llevando a la chica y los buenos ganan. ¿Servirá esto para que Hollywood tome nota del mínimo común denominador o para que alguien se anime a hacer películos con elementos altamente valorados pero que nadie ha uso nunca juntos? ¡Yo no puedo esperar para ver una comedia romántica musical japonesa con vampiros ambientada en la Edad Media!.

A veces, es bueno creer en la magia

René Lavand es un ilusionista argentino que por culpa de un accidente siendo niño se vio con el uso de la mano izquierda solamente. Lo que fue en principio una dificultad para alguien que se quería dedicar al ilusionismo, lo convirtió en una característica fundamental de su espectáculo. René Lavand hace sus trucos con una sola mano con una parsimonia que parece que casi no le cuestan esfuerzo. Como se llama uno de sus números, ¡no se puede hacer más lento!

Lista de Reyes

Mañana es el Día de Reyes, así que os voy a proporcionar una lista de regalos por si os toca la Lotería del Niño y os sentís generosos.

Bueno, la cuestión es que estaba repasando la lista que tengo por ahí que siempre mantengo de cacharros, chismes y trastos que me gustaría comprar y caí en la cuenta que bien parece una lista de preparación para el apocalipsis zombie. Así que merece la pena preguntarse en qué momento se coló en mi cabeza la predilección por el tacti-cool.

Recuerdo moverme por el campus de mi universidad con mi forro polar Diamir de fibra Polartec® 300 y mi mochila McKinley. Por aquel entonces leí Bobos en el paraíso donde David Brooks contaba sobre la aparición de una nueva generación (bourgeois bohemian) que rechazaba el consumo ostentoso de sus padres pero había adoptado un estilo de vida igualmente caro donde se valoraba lo auténtico, lo práctico, el contacto con la naturaleza, etc. Es decir, esta nueva generación no se iba de vacaciones al Caribe, sino de trekking a los Andes; antes que un sedán Mercedes-Benz señorial, conduce un todocaminos; no gasta dinero en champagne y caviar pero paga gustosa el sobreprecio de la agricultura orgánica, ecológica y de Comercio Justo. En varios de estos elementos Brooks señalaba la atracción por la estética montañera que sentían personas que posiblemente nunca salían de la ciudad. Y así describía el flujo en un centro comercial en Seattle de visitantes pertrechados con chaquetas técnicas de Goretex® bien lejos de la montaña, igual que sus vehículos 4×4 nunca abandonan el asfalto. El auge de los valores de esta generación es una de las razones que los fabricantes de automóviles pasaran de fabricar todoterrenos a fabricar todocaminos.

Así que empezaremos con la sustituta de mi sólida Pentax K10D, lanzada por Pentax a finales de 2006. En este tiempo la compañía ha sufrido dos veces un cambio de dueño y su estrategia en el sector de las cámara sin espejo parece bastante errática. Pero en el terreno de las réflex digitales sigue dando en el clavo con sus modelos avanzados. Este año Pentax ha lanzado como su cabeza de gama la K3. Creo que cabe destacar que en The Camera Store TV la han elegido una de las tres mejores cámaras del año en uno de esos vídeos simpáticos que sacan cada Navidad. Yo optaría por la K3 acompañada por el objetivo Pentax 18-135 (equivalente a 28-200 en una cámara de carrete de 35mm.) con resistencia al agua. Por cierto, creo que basta este vídeo de un soldado en Afganistán mostrando la resistencia de sus cámaras Pentax para conocer de qué estamos hablando.

Como la Pentax K3 con el objetivo 18-135WR es bastante cara, pasaré algo mucho más económico: Pantalones en camuflajes avanzados. Sé que es una contradicción cuando es recomendable ser fácilmente localizable. Pero me voy al monte a hacer rutas de senderismo con pantalones de camuflaje. Ya me ha pasado de que alguien que venía caminando detrás mío mirando el camino sintiera que por unos segundos mis piernas «desaparecían» en el entorno. Lo compenso con una mochila en un color bastante llamativo.  Los pantalones militares son duros y prácticos, con un montón de bolsillos. En mi lista están los pantalones en camuflaje Pencott Badlands y en camuflaje A-TACS AU.

Siguiendo con el aire libre y la montaña, me encantan los cuchillos. Tengo en casa desde un cuchillo de combate Glock a un kukri que mandé a pedir a Nepal. Mi autoregalo de Reyes esta vez ha sido una herramienta Leatherman Wingman. En mi lista están dos clásicos: El cuchillo de supervivencia Ontario y una reproducción de la daga Fairbarn-Sykes.

Sobre decir que mi móvil Android es sumergible y resistente al polvo. Pero no me fío un pelo del sistema de cierre hermético de la carcasa. Descubrí lo atroz del diseño después de comprarlo. Así que a pesar de que no tengo un año con él he estado mirando por curiosidad las alternativas. Los comentarios de los usuarios del nuevo teléfono todoterreno que comercializa Decathlon son bastante contradictorios y el Samsung Xcover 2 aparece y desaparece en las tiendas de Internet. La verdad en este campo es que mi teléfono ideal sería el cruce de una Blackberry de última generación con un teléfono Casio (¡cómo resistirse a un teléfono bautizado «Commando»). Y por seguir con las comunicaciones, en el último apagón sufrido en casa descubrí con horror que mi radio multibanda con carga a manivela Etón FR 250 ya no funciona. Así que añadiré a la lista una Etón FR360, que ahora viene con cargador solar y conexión USB.

Supongo que para cualquier sociólogo del consumo, mi preferencia por la cultura  prepper antes que la preppy, es un evidente reflejo de la construcción social de la masculinidad. Y así, mientras los hombres podemos burlarnos de la atención y el dinero que las mujeres están  dispuetas a emplear en la moda, como resultado de los valores de la misma sociedad machista un tipo como yo termina fascinado por todos los cacharros electrónicos a prueba de golpes e inmersiones en la agua que son la promesa de una vida llena de aventuras en plena naturaleza para el Walter Mitty que todos llevamos dentro.

Dos películas sobre Sillicon Valley

A estas alturas no me molesta confesarlo. No soy especialmente cinéfilo. Aunque he contado con el beneficio de la duda que aporta ser una persona medianamente culta. Los demás lo dan por hecho cuando te oyen hablar de música o literatura. Otro día contaré por qué mi distanciamiento del cine intelectual (historias desgarradoras que acaban mal o el cine de crítica social), lo que quizás tiene que ver con mi vínculo con las ciencias sociales y la realidad tal cual es.

Quiero ver películas para pasar un buen rato y quedarme satisfecho porque los buenos ganan, el empollón friki se lleva a la chica y queda margen para la esperanza en el mundo. Así que veo mucho cine sin pretenciones. Y me pasa a menudo que termino disfrutando más y haciendo lecturas personales más profundas de películas que nadie toma en serio frente a otras avaladas por la crítica o el boca a boca. Me pasó, por ejemplo, con «Milla 8» frente «El hijo de la novia». Y me pasó recientemente con dos películas de Hollywood ambientadas en Sillicon Valley.

En primer lugar tenemos «Los becarios». Vince Vaughn  y Owen Wilson repiten el tándem que formaron en «De boda en boda». Esta vez interpretan a dos tipos a los que la crisis les pasa por encima y se lanzan al mercado laboral en un mundo que ha cambiado. Echándole bastante morro, y porque la «ignorancia es atrevida», se inscriben en un programa de Google que forma equipos que compiten por ser admitidos como becarios. Los protagonistas terminan con los marginados que nadie ha aceptado en su equipo. Tras la desconfianza inicial que provocan al demostrar que no tienen la más mínima idea de Internet y programación, terminan aportando al equipo su experiencia en la vida y un enfoque diferente a los problemas. Al final, la película presenta la importancia del trabajo en equipo y el valor de la amistad frente al «todo vale» para ganar. Habla de la importancia de la diversidad en los equipos para contar siempre con aportaciones interesantes y de la importancia de la inteligencia emocional, además de la necesidad de alcanzar un equilibrio entre metas y disfrute del presente. En definitiva es una película ligera y amable, ensamblada sobre los estereotipos del empollón friki con pocas habilidades sociales.

Y luego, tenemos otra película con pretenciones de profundidad y fidelidad a la realidad: jOBS, protagonizada por Ashton Kutcher. La película arranca con la fase de la juventud de Steve Jobs en que experimenta con las drogas, viaja a la India y decide dejar la universidad para quedarse de oyente, antes de trabajar en Atari y comercializar un ordenador personal diseñado por su amigo Steve Wozniak. A partir de ahí, vemos el ascenso de la empresa que montan ambos, Apple. Wozniak pone el talento y Jobs las dotes comerciales. El retrato de Jobs no resulta nada amable. Se aprovecha de Wozniak cuando trabaja en Atari, se desentiende de su novia cuando ella le anuncia que está embarazada, vende los primeros ordenadores Apple haciendo promesas difíciles de cumplir y cuando la empresa crece resulta abrasivo con los empleados. El problema está en la dificultad de transmitir al espectador que Jobs es un genio. Es un tema que hubiera sido fácil de explicar en un documental, explicando el camino seguido por otros y lo rompedor que suponía el camino seguido por Jobs. Pero en esta película el asunto queda simplificado y el espectador sólo ve a un Jobs vehemente y furibundo que descarga su ira sobre los demás. Sólo porque vemos la película sabiendo de antemano en lo que Apple se convirtió podemos creernos que estamos ante el retrato de un genio y no de un cretino insufrible, como es el caso de la protagonista principal de «La hora más oscura». Y así la película enlaza escenas sin que tengamos más trama que el ascenso de Apple. Al menos en «La red social» el pleito contra Mark Zuckerberg constituía una trama sobre el que se iban engarzando los flash-backs que contaban el nacimiento y auge de Facebook. Así que «Jobs» es una película ambiciosa que falla en ser compleja y que nos cuenta algo que ya sospechábamos, los genios son insufribles de cerca.

Falleció John Fortune

Ayer marte 31 de diciembre de 2013 falleció el humorista John Fortune. Desde los años sesenta hizo pareja con John Bird. Yo los conocí por sus números de humor en los que uno de los dos entrevistaba al otro, que para la ocasión representaba ser un general británico, un dictador africano o un asesor político. El suyo era un humor que ridiculizaba al poder económico y político. A ambos le debemos la mejor explicación del estallido de la actual crisis financiera.