Añoro mi Blackberry

Con un montón de puntos acumulados y con Firefox OS todavía verde me he convertido en usuario de Android. Sobreviví un par de años con un teléfono Nokia 1616 cuyos mayores lujos eran una linterna LED y radio FM. Lo conseguí en una oferta de risa a 9 euros en la FNAC de Madrid. Lástima no haber podido hacerme con un Nokia 103, aún más simple con pantalla monocroma. Pero, por lo que sé, no llegó a España.

Ir por la vida con un Nokia 1616 en la era del esmarfón suponía una cierta actitud vital. Pero se estaba convirtiendo en un «riesgo laboral» no tener acceso a Internet al salir por la puerta. Así que he terminado pasando por el aro, permitiéndome una licencia en nombre de mi espíritu rebelde al elegir un terminal Android a prueba de agua, polvo y rayaduras. Lo que pocos que me han visto con él saben es que yo fui un early adopter de Blackberry. Así que me hizo un poco de gracia el comentario de alguien «ya verás como [un teléfono con Internet] te cambiára la vida«. Ya sé que las esperas, cuando la gente llega tarde, dejan de ser un suplicio. Que es un alivio poder consultar estando en la calle un email donde te daban una dirección que apuntaste en un papel que no encuentras. O que si te has perdido sólo tienes que mirar el callejero en el móvil. Pero la ventaja fundamental es que, por fin, tienes la excusa perfecta para fingir que estás ocupado en esas situaciones sociales altamente incómodas. Basta ponerte a navegar por los menús para pretender que estás abstraído, revisando un correo urgente. Desde luego, en el Nokia 1616 quedaba un poco raro.

Estas pocas semanas de uso de Android me han servido para descubrir que los móviles con pantalla táctil son una castaña. Quien alardea que «al poco tiempo dejas de echar en falta el teclado» nunca manejó una Blackberry (y nunca vio mis dedos bailar sobre su teclado). Yo convertí a mis Blackberry en sustitutas de las Moleskine de bolsillo y escribiedo en un móvil de pantalla táctil entiendo ahora todos esos atropellos a la lengua que la gente comete en sus mensajes. Los terminales Android no son más que mini-tabletas para el consumo pasivo de información con una gama amplísima de programas sí, pero cuya letra pequeña asusta. Ya he desistido de instalar programas en mi móvil al encontrarme una lista kilométrica de datos personales e información del móvil a los que pretenden acceder. (¿Para qué querrá algún programa para compartir información en Internet acceder a mi registro de llamadas?). Y sin embargo no es algo que parezca molestarle a la mayoría, viendo la extensión del uso de esas aplicaciones. La Sociedad de Control ha dejado de ser una distopía, para entrar todos en ella en una alegre romería.

La Blackberry era una teléfono que se conectaba a Internet, justo al contrario de mi terminal Android, que es una mini-tableta que hace llamadas. Asuntos tan nimios como copiar y pegar cualquier información, enviar por correo la URL de una página que estuvieras leyendo o integrar los contactos del Facebook en la agenda eran asuntos sencillos en mi Blackberry que no requerían una lectura del manual o la pulsación de demasiadas teclas. Lo curioso es que se ha convertido en una gracia recurrente hacer chistes sobre RIM o los usuarios de Blackberry. No sé si por un despecho retroactivo por los años en que fue un elemento de status o por el deseo infantil de alcanzar la distinción marcando jerarquías. Pero veo que no soy el único en echar en falta el teclado de las Blackberry. Yo voy a estar atento al desarrollo de la familia Q de Blackberry.

P.S. Señores de Blackberry. ¿Alguna vez han pensado en sacar un modelo a prueba de golpes y agua? Algo así como una Blackberry que le dé la réplica a los móviles Casio G-Shock. Mi sueño húmedo.

6 comentarios en “Añoro mi Blackberry

  1. Yo he tenido 4 smartphones.

    Un iPhone original (el que nunca se llegó a vender en España).
    Un Nokia N900 (con Maemo)
    Un Nokia E7 (Symbian) ( me lo dió Nokia cuando se estropeó mi N900)
    Un iPhone 4.

    Los dos Nokias tienen teclado físico

    La verdad es que adoraba el teclado del N900, pero también tengo que decir que en el iPhone escribo tan rápido como con el teclado del N900, cuando estaba entrenado.

    A mi entender, el teclado en pantalla del iOS no tienen nada que envidiar a un buen teclado físico. Eso sí, hay que activar la corrección automática para el idioma que utilizas. Algo que no hay que hacer con el teclado físico. Lo único que me fastidia del teclado en pantalla es que si cambias frecuentemente de idioma (es mi caso), tienes que cambiar el idioma del teclado cada vez (para la corrección). Es un poco coñazo. Además, con el teclado en pantalla no puedo escribir en idiomas friquis (Esperanto). El teclado físico es mucho más versátil (si tiene los caracteres que necesita tu idioma friqui).

  2. Es muy probable que mi siguiente teléfono sea otro iPhone (por el lock-in del ecosistema, ya he comprado muchas apps), pero a veces juego con la idea de comprar un Asha de 60EUR, de estos con teclado y conexión a internet.

    http://www.nokia.com/global/products/phone/asha210/

    Es un compromiso interesante, parece un buen teléfono de combate. Si viajara por el mundo o trabajara en el exterior, es probable que me comprara algo así. La pena es que no tiene GPS.

  3. Tú también?
    Mis amistades (todas ellas con smartphones desde hace años) cada vez me amenazan más con regalarme uno. Yo les digo que no sean tan crueles. Que una tiene sus principios, y tal.

    Empiezo a entender a la gente que en estos tiempos que corren no tiene ni móbil (sí, aun hay personas así).

  4. Pere: Estuve tentado de comprarme el Samsung C3520. Es un móvil de formato concha con el que mis ansias retrotecnológicas habrían quedado satisfechas. Pero consulté la página web de Movistar y no aparecía en la lista de los manuales de configuración. Así que no me arriesgué a comprarlo libre y tener que pelearme con Teléfonica.

    Lo mismo, un día de estos me agencio un teléfono como ese Asha. El gasto de más lo amortizaría con las libretas Moleskine que dejaría de comprar.

    Anarres: Sí, hija mía. Siento decepcionarte. Pero ya tuve problemas con no tener Internet en el móvil en estos tiempos en los que la gente ni te llama ni te manda SMS porque da por hecho que puedes leer correos electrónicos cuando sales por la puerta de casa. No quería volver a tener un incidente de esos, que el mundo laboral está muy feo con la crisis.

    Como petinencia, esta semana borré el Facebook de mi móvil.

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