Primero Jaron Larnier advirtió contra el «maoísmo digital», la idea de que Internet propiciaba el comportamiento en masa de «rebaños digitales». Luego Evgeny Morozov argumentó contra la ingenuidad optimista de creer que Internet era el arma política definitiva para traer la democracia al mundo. Lo que traigo hoy es diferente. No sabría clasificarlo. Tampoco es que sea tan trascendente. Paco Nadal recoge en su blog algo que había leído hace tiempo en alguna parte, el chantaje al que se ven sometido hoteles y restaurantes por parte de clientes que amenazan con arruinar su reputación en Internet. Los clientes piden una rebaja o una invitación a cambio de votos positivos en páginas de críticas de usuarios. Usar el propio blog y los directorios de servicios en los que se vota la calidad era hasta ahora un recurso del ciudadano para defenderse ante los abusos de las empresas. Fomentaba la calidad porque generaban un incentivo al alejar a los clientes de los sitios malos. Pero como siempre, alguien encuentra la forma de retorcer el propósito de algo en Internet. Lo interesante es cómo «arruinar la reputación en Internet» se ha convertido en un nuevo tipo de arma.