Sospecho que si dedicara tanto tiempo a leer sobre técnica fotográfica como el que dedico a leer sobre tecnología fotográfica sería desde luego mucho mejor fotógrafo. Y mejor no hablamos de si dedicara ese tiempo a hacer fotos… Creo que el asunto tiene que ver con un prejuicio en el que caen todos los aficionados novatos a la fotografía: Si tuviera una cámara mejor haría mejores fotos. Así pasamos tanto tiempo leyendo sobre cámaras y objetivos con esa idea de «si mañana me tocara la lotería…». La realidad es que el mundo de la fotografía anda bastante revuelto en uno de esos momentos de transición tecnológica.
La fotografía dio el salto al mundo digital con dos líneas de producto totalmente diferenciadas. Las réflex digitales y las compactas. El salto tecnológico en las cámaras réflex se pareció a la aparición de los primeros coches con motor de explosión. El Benz Victoria no se diferenciaba mucho de un coche de caballos al que le han acoplado un motor. De esa misma manera, las réflex se hicieron digitales llenando con circuitería el espacio que antes ocupaba el carrete.

Nikon F100

Nikon D700
Así, si uno compara una Nikon F100 analógica de 1999 con una Nikon D700 digital de 2010 tendría que darles la vuelta para encontrarse con la pantalla digital que ocupa la parte de atrás de la segunda y encontrar una diferencia notable de diseño. Las compactas, las «cámara de bolsillo», en cambio evolucionarion de las diferentes variantes del «cacho de plástico con ojos» a unos pocos tipos estandarizados: Las «bolsilleras», «viajeras», «bridge», «avanzadas» y «sumergibles a pruebas de golpes».
La diferencia fundamental entre unas y otras es que las réflex digitales cuentan con un sensor de mucho mayor tamaño y que sus ópticas son intercambiables. El mercado de las primeras ha estado coronado por Nikon y Canon, uno de esas rivalidades que provoca debates eternos en Internet. Por debajo, varias marcas han competido, usando como baza una buena relación calidad/precio o tecnologías innovadoras, como es el caso de Pentax o Olympus. Sony a última hora tras comprar Minolta. Kodak, Fuji, Panasonic y Samsung hicieron por su parte alguna incursión en el mercado de las réflex digitales con más o menos fortuna.
En agosto de 2008 Panasonic y Olympus lanzaron un nuevo tipo de cámara. Disponía de ópticas intercambiables como una réflex pero internamente prescindía de los mecanismos de espejo y prismas, que eran un legado de la era analógica, para dar el salto a un sistema completamente electrónico. El nuevo formato, Micro Cuatro Tercios, tiene un sensor más pequeño que las cámaras réflex así que ofrece algo menos de calidad en mucho menos peso y volumen. Olympus y Pansonic se han dedicado a lanzar desde entonces un montón de cámaras iterando los mismos diseños (Panasonic G1, G2, G3, G10, GH1, GH2, G1, GF2, GF3, GX1; Olympus EP-1, EP-2, EP-, EPL-1, ELP-2, EPL-3 EP-M1).
Las cámaras sin espejo se convirtieron en ese producto que obligaba a todas las marcas a posicionarse. Al principio los responsables de comunicación del resto de marcas dijeron orgullosos que sus clientes jamás renunciarían a la calidad que proporcionaba una réflex para adoptar una estándar de calidad inferor. Eso era verdad para los fotógrafos profesionales, pero para los aficionados que cargamos la cámara para hacer fotografía de viajes y/o naturaleza el ahorro de peso y espacio es una bendición. Luego los fabricantes dijeron que estaban observando la evolución del mercado y por último todos han tenido que actuar.
Samsung, que había en el pasado comercializado cámaras Pentax bajo su propia marca, lanzó su estándar de cámara sin espejo que no parece esté teniendo gran impacto. Ricoch, que fabricaba compactas de calidad y diseño minimalista, sacó un sistema modular. El usuario conserva un módulo principal con la pantalla e inserta otro con el sensor y la óptica. Por un lado tiene la ventaja de que el sistema permite conserva la tecnología que menos cambia, la pantalla, para actualizar aquel en el que hay más evolución, el sensor. Pero eso significa también que en cada módulo nuevo se está pagando un sensor y una óptica. El resultado es un sistema caro que tampoco ha tenido mucho éxito comercial.
Pentax y Nikon lanzaron sus sistemas de cámaras sin espejo. Pero ambos optaron extrañamente por ponerle un sensor pequeño, más propio de una compacta, creando algo que nunca nadie había pedido: Una compacta cara de ópticas intercambiables. El sistema de Nikon parece ser el de más éxito de los dos por una cuestión de marca.
Sony entró más tarde, al igual que hizo en el mercado de las réflex, pero usando todo el peso de su marca y su capacidad comercial. Y además incluyó en su gama una cámara sin espejo de gama alta, algo que faltaba en los escaparates de los otros fabricantes orientados al mercado aficionado.

Fuji X100 (foto: Quesabesde.com)
Los dos últimos en tomar posición han sido Fuji y Canon. Fuji comercializó hace años cámaras réflex Nikon de gama alta con su propia marca pero descubrió recientemente un gran filón con la X100, una cámara con sensor de cámara réflex y óptica fija en un cuerpo pequeño de estilo retro. Es una tema del que merece la pena hablar otro día porque me interesa mucho la nostalgia como producto y el diseño como valor añadido. Resulta curioso cómo a estas alturas de la evolución de la fotografía digital los diseños «retro» son capaces de tocar la fibra sensible de los consumidores.
Tras la X100, Fuji introdujo una cámara de diseño externo parecida pero con un sensor de compacta avanzada, la X10. Y por último ha lanzado su propio sistema sin espejo con un modelo, la X-Pro 1, que se coloca en prestaciones por delante de cualquier otra cámara del sector.
Canon, por su parte, fue de las marcas que se mostraron más reacias a los sistemas sin espejo y recientemente ha jugado sus cartas. Ha tomado el diseño de la serie G, sus compactas de gama alta, para introducirle un sensor grande pero sin llegar al de una cámara réflex para situarse por encima de las cámaras sin espejo en calidad con su Canon G1 X.
Al final, lo que ha estado sucediendo es que cada fabricante ha sacado un estándar sin espejo no necesariamente compatible hacia atrás con su propio formato réflex. En este tipo de situaciones con muchos estándares algunas compañías terminarán pegándosela porque el mercado no aguanta tanto estándares. El primer caso de apuros es Pentax. Fue comprada por Hoya, conocida por ser fabricante de filtros. Al poco tiempo Hoya anunció que se quedaba con la parte de sistemas ópticos para medicina de Pentax y vendió la línea de negocio de fotografía a Ricoh. La empresa resultante tiene ahora dos líneas de negocio, el modular de Ricoh y el sin espejo de Pentax, que no parecen despegar y podrían verse acompañados en un futuro por un sistema sin espejo nuevo de Pentax. Olympus que ha sido una marca innovadora resultó haber estado haciendo ingeniería contable y despidió a su CEO occidental que descubrió la mierda bajo la alfombra. Como en el caso de Pentax la división de equipos de laboratorio médico es la que da beneficios y la división de fotografía es el agujero negro. La empresa se ha desplomado en la bolsa y se habla de un comprador. Se habló de Panasonic, socio en el formato Micro Cuatro Tercios, para luego hablar de Samsung, cuya aventura en el sector no despega. Por el camino quedaron abadonados los usuarios del formato réflex de Olympus que desde que apareció el Micro Cuatro Tercios no ha tenido nuevos desarrollos.
El único consejo posible es «wait and see».
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