El primer PC que entró en casa fue una compra colectiva. Mi padre, mi hermana y yo pusimos dinero para comprar aquel tótem tecnológico: Un Philips 286 con disco duro de 20 megas. Muchos años más tarde, en la universidad, iba cargando libretas en las que tomaba notas de los libros que consultaba. Echaba de menos un portátil pero aunque sus precios iban en declive eran una clase de ordenador que habían llegado a costar un millón de pesetas. Entonces llegó Asus con su portátil EEE de 7 pulgadas y puso el mercado patas arriba. Por fin se ofrecía en el mercado un portátil barato, ligero, pequeño y con un disco duro no mecánico que permitía darle tumbos. El concepto fue imitado por toda clase de fabricantes. Las bibliotecas universitarias se llenaron de portátiles y llevarse el portátil de vacaciones para ver películas en el avión o en el destino se convirtió en lo más normal del mundo.
Leo que Samsung, fabricante de tabletos, estudia dejar de fabricar miniportátiles para dedicarse a los ultraportátiles, portátiles ultrafinos y ultracaros. La excusa es que el mercado ha evolucionado y lo que la gente demanda tabletos para ver películas y navegar por Internet. Posiblemente haya un buen porcentaje de couch potatoes que no precisen de teclado. ¿Pero hasta que punto los miniportátiles se han mostrado un mal mercado? Quien compra un ordenador barato, ligero y de prestaciones modestas lo necesita para usar el procesador de texto, navegar por Internet y poco más. La llegada de nuevas versiones de Photoshop que requieren más memoria para manipular fotos de 16 megapíxeles o el lanzamiento de un nuevo juego que requiere de GPUs más avanazadas le traen sin cuidado. Una vez le has vendido a ese usuario un miniportátil tardarás años en venderle un nuevo producto. Quizás así tenga sentido la estrategia de Asus de lanzar un montón de modelos cada año que encajan difícilmente en el concepto EEE a pesar del nombre. Se trataría de atraer al usuario que ya compró uno para que compro otro de colorines con una pantalla más grande.
Los miniportátiles supusieron una revolución y es curioso ver los primeros movimientos de la contrarrevolución.
Tablets, los placeres de la pobreza, miserias con las que aplacar la revolución antes de que amanezca.
Entiendo que hay un escalón entre los portátiles de un millón y los miniportátiles baratos. Ese escalón intermedio (portátiles de 1000 euros en 2005-7, pongamos) es el que quieren volver a recuperar. Se arrepienten de haber pujado demasiado fuerte en la lucha por vender hardware, habiendo dejado el mismo barato.
Ahora harán como Nokia hace 10-12 años. Nokia fabricaba los mejores teléfonos y nunca eran baratos porque antes que rebajarlos, preferían sacarlos de la tienda. Si querías un Nokia, debías pagar una suma importante. Los portátiles baratos dieron esa ventana: la de comprar hardware barato. Los fabricantes quieren sacarlos de la tienda.
Ten en cuenta que Samsung es de los que se ha tirado de cabeza con Android, piedra angular de la vida de mucho couch potato (me ha hecho gracia la expresión xD) que se cree alternativo. Samsung, por cierto, será el proveedor de pantallas para el iPad 3, así que ganará seguro el año que viene, se venda su tablet o el de la competencia… ¿Nos sorprende que quiera dejar de lado los portátiles baratos? 🙂
En fin, un post más corto que mi comentario. Sorry, intentaré ser más conciso en el futuro 😀
Un abrazo,
¡Encantado de los comentarios, oye! Y más si son aportaciones con otros puntos de vista a a idea de por qué los fabricantes se quieren cargar el segmento de los miniportátiles.
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