Las estadísticas no engañan. El mercado de las cámaras compactas básicas se hunde frente al uso de smarthpones con cámara. Olympus decidió cerrar el chiringuito en ese sector del mercado. Y pasa algo curioso. Mientras los frikis del cacharreo no dejamos de aplaudir la imparable evolución de las cámaras sin espejo, resulta que su mercado mundial ha encogido. Es decir, se han vendido menos. Y la gente no para de darle vuelta a si el público busca «burro grande ande o no ande» yendo a por las cámaras réflex, a pesar de que las encuestas dicen que un montón de aficionados compran una cámara réflex para usar el objetivo que viene con ella toda la vida.
Así que la cosa está más o menos así:
Nikon y Canon no dan sorpresas y puntualmente sacan la nueva versión de cada cámara sin dar sorpresas. A la Canon EOS 5D le siguió la Mark II y luego la Mark III. La cámara de aficionado ha ido evolucionado de las EOS 300D a las EOS 700D pasando por las 350D, 400D, 450D, 500D, 550D, 600D y 650D. Por su parte tras la Nikon D3000 llegaron la D3100 y D3200 mientra que tras la Nikon D5000 vinieron las D5100 y D5200. No hay nada malo en ello, obvio. Pero digamos que si uno quiere buscar productos innovadores e interesantes no los va a encontrar en el escaparate de Nikon. Ambas marcas tienen un prestigio sólido por sus productos profesionales y de aficionado avanzado. Así Nikon se ha permitido ser un fabricante de cámaras compactas «reguleras» y sacar un sistema de cámara sin espejo con sensor pequeño que se ha vendido mucho sólo por ser Nikon. Canon por su parte sacó un churro de cámara sin espejo que no enfocaba bien como «producto para mujeres» (una extraña categoría del mercado japonés). Al contrario que el resto de fabricantes que se lanzaron tras el primer modelo a sacar cámaras para aficionados avanzados y modelos baratos, Canon no ha dado noticias de qué va hacer con la familia EOS-M. Había una noticia de que Nikon anunció que iba a dar una campanada con un invento que revolucionaría la fotografía en el sector de los smartphones. Habrá que ver si fue una noticia que entendí al revés o algo que soñé.
Fuji es el gran advenedizo. En su momento comercializó cámaras réflex Nikon con un par de detallitos gentileza de la casa. Y de pronto, lanzó la Fuji X100. Una cámara compacta con sensor de cámara réflex y un objetivo angular fijo de 35mm., la distancia focal para «reportajes callejeros» de toda la vida. Fuji pudo haber sacado un monolito negro obsidiana o un cacharro plasticoso. Pero sacó una cámara con forma de telemétrica y nos puso a todos los aficionados nostálgicos. Los profesionales dicen que la cámara dejaba algo que desear en algunos aspectos. Pero los ingenieros de Fuji se pusieron las pilas con las sucesivas actualizaciones del firmware, convirtiéndolo en una nueva estrategia comercial que promete mejoras incesantes de sus cámaras. Por lo que tengo entendido Fuji no vendió cantidades astronómicas de la X100, al fin y al cabo era una compacta muy avanzada que costaba un riñón. Pero le dio prestigio y sentó las bases para el lanzamiento de su familia de cámaras sin espejo que aunan diseño retro, calidad de imagen y una familia de lentes muy coherente. Si me tocara la lotería mañana y me planteara comprar una cámara sin espejo, sin duda echaría un vistazo a la familia Fuji.
Olympus y Panasonic son los verdaderos creadores del mercado de las cámaras sin espejo. Panasonic tiene una familia que destaca por sus funciones para vídeo (la GH), ha sacado modelos aplaudidas por su versatilidad (GF1 y GX1), tiene una familia notable de ópticas y se ha unido a la tendencia de «burro grande o no ande» con su nuevo buque insignia, la GX7, que además sigue la actual moda de cámaras con estética retro. O lo que es lo mismo, cuerpo en negro con una parte superior metalizada.
Olympus por su parte, fue la primera en romper con la estética de mini-réflex o cacho de plástico con lente a la hora de plantearse su familia de cámaras sin espejo. Tiró de la nostalgia fotográfica y puso al día los diseños de sus cámaras PEN y OM de los años 60 y 70. Pero su guiño a la nostalgia fotográfica y su empeño en hacer cosas diferentes no ha sido recompensada por los consumidores. Anda en pérdidas y tuvo que ser rescatada por Sony. Lo que necesita urgentemente es que alguien ponga orden en la nomenclatura de sus cámaras: O-MD E-M5, PEN E-P5, PEN E-PL5, PEN E-PM2, PEN E-PM1, E-PL3 y E-P3.
Sony llegó tarde al mercado de las cámaras réflex digitales. Compró Minolta y lanzó la familia Alpha con el valor añadido de una gama de objetivos de la casa Zeiss. A partir de ahí, siguió una lógica de fabricante de electrónica de consumo lanzando modelos como una ametralladora que no dejaban de ser una iteración del anterior con alguna modificación que lo convertían en una familia aparte. Trató de innovar con las cámaras de espejo translúcido y luego entró con fuerza en el mercado de las cámaras sin espejo, con su familia NEX. Usó como argumento de venta su tamaño miniaturizado para ir creciendo hasta lanzar cámaras que apalaban al usuario avanzado. Es una opinión personal, pero creo que Sony nunca se ha quitado de encima el lastre de ser una marca de electrónica de consumo y las percepciones subjetivas en este mercado, como en todos, son importantes. Aunque hay que reconocer que ha dado la campanada en el reñido sector de las compactas avanzada con la RX1 y RX100.
Creo que ya dije aquí que Samsung es como ese tipo que no para de tratar de llamar la atención y no consigue caer bien. Samsung lanzó su propia familia de cámaras sin espejo. Y lo intentó todo. Estética retro con parte superior metalizada, cámaras ultracompactas y ligeras, cámaras avanzadas y hasta una cámara con sistema operativo Androdid. Pero juraría que no ha conseguido desatar pasiones. Creo que está bajo el síndrome de Sony, por ser una marca que está en todas partes.
Y dejo mi amada Pentax para el final. ¿Qué pasa por la cabeza de los dirigentes de Pentax? Ha cambiado de dueño dos veces en los últimos años. Primero perteneció a Hoya y ahora a Ricoh. Su familia de cámaras réflex digitales ha sido siempre bastante interesante, con modelos punteros por un lado y cámaras sencillas para aficionado poco espectaculares por otro lado. Incursionó en el mercado de las cámaras sin espejo con el espantoso ladrillo K-01 que sólo aportó el poder usar los objetivo de la familia de cámaras réflex directamente. Luego lanzó la pequeña Q, que es la «respuesta a una pregunta que nadie hizo». En este caso, inventar la compacta de objetivos intercambiables. Recuerdo que aterrizó en España con un precio ridículo de cientos de euros. Ahora se puede comprar por 200 euros, lo que es razonable para un cámara con calidad de compacta. Pentax encontró mercado y lanzó la siguiente generación, la Q10. Y sólo entonces pareció alguien de la firma caer en la cuenta que con un sensor de cámara compacta no se iba a llegar muy lejos. Así que lo hicieron más grande para el último modelo, la Q7 (sí, la Q7 es más avanzada que la Q10, que es más avanzada que la Q). El cambio no es baladí. Eso significa que la distancia focal de los objetivos varía por un diferente factor de multiplicación. No creo que le haga gracia a quien tenía un equivalente a 35mm. en su Q o Q10. Mientras, llevo años oyendo sobre una futurible Pentax con sensor de formato completo. Y el lanzamiento de objetivos propios de Pentax está parado. Preocupante.
Todo esto me pone en una situación peculiar. Siendo dueño de una cámara réflex Pentax y estando pendiene del mercado de las cámaras sin espejo me podría ver a mí mismo otra vez en la misma situación que con los netbooks y esperando una evolución que no termina de llegar como la del mercado de los libros electrónicos. ¿Seré gafe?
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