Ayer, haciendo zapping (de lo que veo en la tele hablaré otro día), me encontré con un capítulo de “Cómo conocí a vuestra madre”. Y en el par de minutos que le dediqué, descubrí de pronto por qué me incomoda lo que cuenta la serie.
Todo gira en torno a una mirada al pasado desde la distancia con un tono nostálgico y edulcorado. “Aquel fue el verano en que”. “Aquella fue la ocasión en decidí que ya nunca más…”. “En aquel momento, por primera vez en mi vida, comprendí que”. Y claro. Considerando que “Aquellos maravillosos años” sería el último título en el universo que le pondría a una serie de televisión basada en mi infancia, la nostalgia por la infancia, la adolescencia o los locos años de la juventud me repelen. Sólo considero que merece volver la vista atrás para sacar lecciones, hacer las paces con el pasado y seguir adelante.
No te confundas, no es “Aquellos maravillosos años”. Ted tienen un jefe que abusa de su poder, muy poco éxito como arquitecto y en ocho temporadas antes de conocer a la madre de sus hijos ha salido con una psicópata y otras “piradas” varias. Mientras ve como sus amigos van consiguiendo sus sueños.