Ayer la mandé un mensaje a una amiga. Estoy escribiendo un relato y era incapaz de visualizar la cara de varios personajes. Le pedí que me mandara una lista de actrices que le parecieran atractivas. Su lista incluía alguna que otra belleza heterodoxa y otras que no encajan en lo que estaba buscando. Hasta que surgió el nombre de Tania Raymonde.
«Sí, es guapa», le dije. Pero tras mirarla un rato di un respingo. «Ella es Ella», dije de forma críptica chateando en el fondo conmigo mismo. Me refería a que era cierto personaje al que todavía no había conseguido ponerle cara. Ahí la tenía. Guapa pero sin apabullar. Una chica atractiva pero que no necesariamente se había abierto camino en la vida con su físico. Estaban los ojos y estaban esos labios. Ella tenía que tener esos labios. Luego, buscando más información en Internet descubrí que es judía. Y sólo pude reirme. Ella era judía. Ahora sólo falta encontrar una lámpara con un genio para que todo sea perfecto.