Tengo la fotografía como eterna asignatura pendiente. Me gusta la fotografía de viajes y los retratos. Pero sin muchas posibilidades de viajar lejos y a nadie a quien retratar, mi cámara réflex digital Pentax K10D languidece. Es un trasto enorme y pesado que compré por su construcción robusta pensando en la fotografía de naturaleza. Al final, cuando voy al monte termino llevando mi vieja y baqueteada Casio EX 505 Pro que puedo llevar en un bolsillo en el muslo del pantalón.
Revisando fotos tomadas con mi cámara analógica Pentax MZ-50 tengo la sensación de que en aquel entonces tomaba mejores fotos. Desde luego, pensaba mejor cada foto porque la longitud de los carretes imponía unas limitaciones que ahora son inimaginables con las tarjetas de memoria. La Pentax MZ-50 era una cámara réflex autofocus pero a pesar de los automatismos yo mismo le dedicaba más tiempo a cada foto. De aquella época debería recuperar la paciencia y la reflexión antes de apretar el botón de disparo.
He estado repasando mis manuales de fotografía y tomando apuntes en una libreta. Tengo la sensación de que estoy reaprendiendo cosas que por falta de práctica había olvidado más que profundizando en lo que ya sabía. Y en esa sensación de querer volver al principio voy a comprar un objetivo Pentax equivalente a 50mm. Sencillo, barato y básico para volver al principio.
Eso mismo me pasó cuando empecé a utilizar mi cámara digital, mis fotos empeoraron, porque como apretar el botón es gratis no piensas antes de hacer la foto.