Cuando estudaba estudiando la carrera cayó en mis manos un número aniversario de la revista Ajoblanco. Su director, José Ribas, contaba en un artículo el nacimiento de la revista. Describía los últimos años del franquismo en Barcelona, cuando las fuerzas políticas más activas entre las masas universitarias eran las marxistas-leninista. Se quejaba Ribas de que en aquel entonces todos aquellos líderes y militantes estudiantiles, tan ortodoxamente radicales, tenían un alma gris de burócrata. Cuarto de siglo después, en otra universidad, vivía yo una sensación parecida.
Y otra vez sucedió, releyendo la revista Ajoblanco. En una recopilación de artículos antiguos con motivo del 10º aniversario de la segunda época de la revista encontré una entrevista a Allen Ginsberg.
-Hace tres años estuve en Checoslovaquia, en una reunión de poetas de la Universidad de Olomouc. Me asignaron como intérprete un joven estudiante de segundo de medicina, al que me presentaron como uno de los líderes estudiantiles de la revolución de terciopelo. Me interesé: ¿Cómo lo hicistéis? Hubo una gran asamblea-me dijo. Y el presidente del órgano estudiantil nos aseguró que no teníamos que hacer nada, que no había que ir a la huelga, que teníamos que continuar con nuestros estudios y no provocar violencia. Me levanté de un salto y dije: «Represento al comité de huelga de los estudiantes. Queremos una votación» 5950 estudiantes votaron por la huelga y sólo cincuenta, los líderes estudiantiles, los burócratas oficiales, votaron que no«.
Le pregunté si le sorprendió haber sido capaz de provocar aquello. Sí-me respondió-sobre todo porque no había ningún comité de huelga. ¿Y de dónde sacaste el valor? Cuando tenía dieciocho, y estaba en la mili, leí tu poesía y la de Kerouac y Burroughs. Y me espabilé.
Eso me interesaba. ¿Qué clase de escritura puede hacer que una persona se separe de los demás, se mire a sí misma y se vuelva indpendiente? Así que le interrrogué: ¿Qué más leíste? Dostoyevski, Baudelaire, Rimbaud, Kafka… ¿Y qué música escuchabas? Los Beatles, Bob Dylan, Soft Machine, Lou Reed, Velvet Underground…
Entonces le interrumpí. Todo volvía a Poe. Se hizo una luz en mi cabeza. Porque me di cuenta de que a Dostoyevski le gustaba Poe. Todo el sentimiento de culpa y de conciencia de El barril de amontillado lleva a Crimen y Castigo.Y Baudelaire fue el prototipo para Rimbaud y Artaud. Y el sentido de paranoia de Kafka viene de Poe. Y los Beatles le pusieron en la portada de Sargent Pepper’s. Y Burroughs, Kerouac y yo aprendimos de Poe… Poe está en el origen de toda la conciencia moderna.
Comprendí que Poe tiene más efecto en hacer a la gente independiente, consciente de su conciencia, que cualquier otro escritor. En contradicción con el pensamiento de Marx, Poe estaba en la torre de marfil, en la belleza pura. Mientras que Marx siempre dijo que hay que estar en la vanguardia de la revolución y tomar tu ideología del Comité Central del Partido Comunista, que habla por el proletariado, para que puedas hablarle al proletariado. ¡Y no movieron a nadie a nada! Mientras que Poe, que era el arte por el arte, tiene el efecto político más grande que ningún otro. Porque fue al corazón de todo lo que es puro, a la belleza. Cuando vi que todo volvía a Poe, casi me echo a llorar. Siempre me había interesado cuál es el efecto de la literatura en la vida social. Y ahí estaba el ejemplo más puro: El chaval lidera la revolución de los estudiantes y todo vuelve a Edgar Allan Poe. Paradójico y delicioso. Es la clase de cosas que te dan fe en la naturaleza humana.