Los libros electrónicos se estancaron porque nadie fue valiente para hacer algo mejor

Juan Luis Chulilla Cano retomó su blog Tinta-e para explicarnos por qué había dejado de escribir sobre libros electrónicos.

Los ereaders han tenido suerte con sobrevivir. Han encontrado un nicho estable con los lectores compulsivos, pero han perdido de manera aparentemente definitiva otros nichos abonados, como los estudiantes y los investigadores. Y ambos resultados responden a la misma característica: los ereaders no evolucionan funcionalmente desde 2010, cuando algunos modelos alcanzaron la madurez funcional necesaria para leer, y ahí se quedaron.

Otra tecnología cuyo nacimiento, como los netbooks, celebré y que los oscuros designios del mercado, que se mueve con estímulos del tipo «burro grande ande o no ande», condenó.

Algo pasa con los libros electrónicos

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Supuestamente los libros electrónicos venían a liberarnos de los costes de impresión, distribución e intermediación de libreros, transportistas y otros.  Pero de un tiempo a esta parte me me he dado cuenta que me he encontrado diferencias ridículas de precio entre el libro en papel y la versión electrónica. Art Brodsky cuenta en Wired los cambios en el sector tras la introducción del libro electrónico que han perjudicado a librerías, bibliotecas y autores. Mientras Scribd pretende crear un servicio de tarifa plana, el «Netflix» de los libros.