Hace tiempo dejé de pelearme con el mundo. Dejó de importarme que la gente siguiera con pasión cualquier moda estúpida, que se divirtiera haciendo el energúmeno y que consumiera sin criterio cualquier basura. A mí no me tenía que importar lo que la gente hiciera para sentirse y pasarlo bien. A mí me tenía que importar construir mi pequeño rinconcito en el mundo y encontrar a alguien para compartirlo. Estaba totalmente equivocado.

Me pasé la vida pensando que, como era un empollón friki, sensible y cultureta pero con cierto espíritu aventurero, aparecía tarde o temprano alguien especial que apreciaría todo ello. Error. A nadie le importó una puta mierda los países que visité, los libros que devoré, las montañas que subí y los artículos que escribí. Mis ganas de viajar por el mundo, mis gustos sobre arte o cultura y mis inquietudes intelectuales eran irrelevantes frente a mi apariencia física y mi carácter.

Puesta de sol en Estambul volviendo del lado asiático (2008)

Hace un par de años en el intervalo de unas pocas semanas coincidí con tres amigas que vivían por aquel entonces en tres continentes diferentes y las tres me contaron lo mismo. Que ahora, con más de cuarenta años, habían descubierto que ser madres les había llenado como nunca se habían imaginado, que renegaban de las ideas que habían sostenido con veintipocos años y que valoraban (o echaban en falta) la presencia de alguien que representaba la masculinidad tradicional en sus vidas. Aquella conversación me hizo sentir que yo había desperdiciado la vida siguiendo el camino equivocado. Había logrado ser la antítesis de eso que las mujeres buscaban: un malote en la juventud y el hombre resolutivo en la madurez. Yo, si acaso, era alguien suficientemente entretenido para tomar un café de vez en cuando y hablar un rato.

Cada año, cuando llegaba mi cumpleaños me decía “Todavía no sé si fue buena idea”. Me refería a llegar a este mundo. Ahora lo sé. Ahora no hay dudas. Soy un error de la naturaleza. Ojalá no hubiera nacido. Pero también sé otra cosa. Que no tiene sentido pasarse la vida quejándose en público. Aunque sólo sea para no aburrir y espantar a la poca gente que te hace caso. Pero sobre todo porque quejarse supone dar por hecho que la vida nos debe algo en vez de asumir estoicamente que estas son las cartas con las que jugamos.

Posted in

4 respuestas a “No volveré a ser joven”

  1. Avatar de
    Anónimo

    Grandísima reflexión que comparto en su práctica totalidad.

    1. Avatar de MDII
      MDII

      El anterior comentario es de MDII. No he puesto el remitente antes de enviar el comentario.

  2. Avatar de
    Anónimo

    » The most solid pleasure in this life is the empty pleasure of illusion «.

    Damiano David (Måneskin) ‘Born With A Broken Heart’.

    We are lucky to be alive as the same time of Abel Makkonen Tesfaye better known as The Weeknd. He has a song for every scenario you could imagine…. ‘Save Your Tears’.

  3. Avatar de
    Anónimo

    Siguiendo con The Weekend, también está el ‘Save Your Tears’ (Remix) con Ariana Grande.

    ¿Qué le ha pasado a Ariana para convertirse en un rompecabezas cyborg? ¿Se ha quedado así después de pasar por esa relación tan ‘amorosa’ ?

    …. ‘Yeah, I broke your heart like someone did to mine’ ??….

    Cómo era aquella melodía para momentos entrañables……………… << La muñeca que es famosa se dirige a su portal,

    para llevarle al muchacho su cariño y su amistad,

    y el muchacho efervescente se ríe porque está ‘alegre’.

    Buenanoche de amor?

    En verdad jubilosa??

    Es el mensaje infeliz de las muñecas famosaaas>>.

    Nota: ¿Save Your Tears o Save Your Tits?

Replica a MDII Cancelar la respuesta

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.