Es ya famoso en Japón el fenómeno patológico de los jóvenes que se niegan a salir de su habitación en un contexto del fin del modelo de «un trabajo para todo la vida garantizado tras las universidad». Pero he encontrado otro fenómeno, el de la gente que vive en cibercafés que no cierran por la noche. La suma a final de mes es pequeña comparada con el alquiler de un piso, que en Japón implica fianzas elevadas y pago de varios meses por adelantado. Es otro resultado de una nueva era de trabajos precarios e inestabilidad laboral.