El mundo de la fotografía amateur está lleno de pequeños secretos inconfensables. Todos los aficionados nos creemos al principio que lo que nos separa de la genialidad artística es el material que empleamos. Así que babeamos por cámaras caras aplicando el principio de «burro grande, ande o no ande». Alguien me contó de un conocido suyo que hablaba de su nueva cámara de 2.000 euros. Mal síntoma es que el principal dato del que presumiera fuera el precio. Yo mismo he de confesar que paso más tiempo leyendo sitios web sobre cámaras que sobre fotografía.
Otro error de principiante es volverse loco al principio con los teleobjetivos creyendo que cuanto mayor distancia focal, mejor. Como si todos nos fuésemos a pasar la vida fotografiando pájaros o gárgolas allá arriba en lo alto de una catedral y a ganarnos la vida como paparazzi. Y estoy seguro que no soy el único que a finales de los 90 miraba con desdén aquellas cámaras con cuerpo metálico y ahora piensa que no hay cámara en el mercado más bonita que la Fuji X100. Pero mi mayor secreto inconfensable es que me compré una cámara reflex digital Pentax K10D por su consistencia y resistencia a los elementos pensando en llevármela a mis rutas de senderismo pero por el volumen y peso la he dejado en casa muchas veces. Si a eso sumamos que mis viajes me han ido alejando cada vez más de la traquila y segura Europa Occidental me pone en la tesitura de desear una cámara discreta y ligera que no ocupe mucho espacio. Siento la necesidad de una cámara a medio camino entre mi bolsillera Samsung PL-120 tan sencilla y mi Pentax K10D tan contundente.
Mi dilema me lleva al terreno de las cámaras compactas avanzadas y las cámara sin espejo, que es nada menos que el futuro de las cámara de consumo masivo. Todo el mundo coincide que los teléfonos móviles se van a llevar por delante el mercado de las cámaras de bolsillo. Así que todos los fabricantes se están posicionando en ese mercado emergente. Las cámaras compactas avanzadas suelen tener toda una serie de detalles que las colocan en otra liga. Visor, GPS, grabación en formato RAW… Pero sobre todo un sensor mayor al habitual y en ocasiones de tecnología CMOS. Hablamos de la Canon G1 X, Canon G15, Canon S110, Fuji X10, Nikon P7100, Nikon P7700, Olympus ZX-2, Panasonic LX7, Samsung EX2F, Sony RX100 y unas cuantas más que seguro me dejo en el tintero. Encontramos en este nicho de mercado desde las cámaras que no pretenden ser más que una compacta de bolsillo de calidad a engendros estéticos como la Nikon P7100 que son el resultado de intentar crear la cámara para todo. En el extremo opueso están las cámaras diseñadas sobre el sensor de un cámara réflex a la que le han colocado una óptica fija como la Sony RX1 o la la Fuji X100. Y ahora viene lo divertido. Miramos el precios y descubrimos que la Samsung EX2F y la Fuji X10 superan los 400 euros; la Nikon P7700 y la Sony RX1 superan los 500 euros; mientras que la G15 supera los 600 euros. Hablamos del mismo nivel de precios que una cámara réflex básica de Nikon o Canon. ¿Dónde está la ventaja? ¿En el ahorro de espacio? Porque mi ojetivo no sólo era comprarme una cámara sin excusas para dejarla en casa, sino también un cámara discreta que llevarme conmigo en viajes de aventura. Así que mejor no hablamos de los más de 800 euros que cuesta la Fuji X100 o los más de 2.000 dólares que cuesta la Sony RX1. La solución más obvia sería decantarme por una cámara sin espejo de objetivos intercambiables. Suponen contar con las ventajas de un tamaño más compacto y una calidad en las últimas generaciones que ya supera la de mi Pentax K10D. Pero me pone en un dilema. Tendría dos cámaras de objetivos intercambiables de sistemas diferentes. ¿Ahorraría entonces para comprarme objetivos de cuál de las dos? ¿Abandono la Pentax K10D y las ventajas de una réflex digital? Es entonces cuando viene mi solución al problema.
Conté en dos partes (aquí y aquí) la evolución del mercado de las cámaras de fotos, con los fabricantes dudando en entrar en el mercado de las cámaras sin espejo y cada uno adoptando una estrategia diferente. Por ejemplo, Olympus se dedicó a sacar cámaras como churros. Tenemos las E-P1, E-P2, EP-3, E-PL1, E-PL2, E-PL5, E-PM1, E-PM2 y EM-5. Con tal galimatía de siglas se le ha hecho difícil segmentar sus productos y casi se han estado la competencia entre ellas. Y ahí está la gracia. Podemos encontrar la E-PM1 con objetivo equivalente a 28-84mm. por menos de 300 euros.

Se trata de una cámara senclla, aunque graba vídeo Full HD a 1080i, que se presentó en junio de 2011. El objetivo vale por separado tanto como el precio del conjunto de objetivo y cámara. Así que se puede decir que las tiendas se están desehaciendo de sus stocks de Olympus E-PM1 regalándolas si te compras el objetivo 28-84mm. Así te llevas a casa una cámara pequeña por menos de 300 euros que rinde más que compactas por encima de 400 euros como la Fuji X10 o la Nikon P7100. El único problema es que Olympus ha tratado de segmentar los mercados de sus cámaras de forma artificial. Todos usan los mismos objetivos, emplean los mismos sensores y procesadores de imagen. Los recortes vienen en la calidad de la construcción y la cantidad de botones. Dudo mucho que todos los botones que le faltan a la E-PM1 comparada con la E-P3 realmente valgan la diferencia de precio. Una solución es subir el presupuesto y optar por la ligeramente superior E-PL3 que se puede conseguir por menos de 350 euros. El único problema que le veo a mi invento de optar por una cámara de saldo como compacta asequible es que el resultado no es muy compacto en algunas distancias focales.

Entonces es cuando volvemos al principio de todo. Lo que buscaba era una cámara compacta de tamaño y prestaciones por encima de las habituales cámaras de bolsillo pero con un presupuesto comedido. Pentax inventó una camera que encaja en esa descripción, la Pentax Q. Era una cámara pequeña, con un sensor de cámara compacta y objetivos intercambiables. La Pentax Q era la solución a un problema que nadie se había planteado con un delirante precio de 800 euros.

Presentada en junio de 2011, en septiembre pasado tuvo su relevo en la Pentax Q10 (¿tantas se han vendido para que se haya lanzado una nueva generación?). Así que ahora la primera serie se encuentra a precio de oferta. Es posible encontrar la Pentax Q con un objetivo equivalente a 27,5-83mm. por 299 euros. Podemos encontrar un objetivo equivalente a 35mm. (el angular para «reportaje callejero» por antonomasia) por 68 euros en el Reino Unido. Así que emular a Cartier-Bresson nunca había sido tan barato con una cámara realmente discreta que aguanta la comparación con compactas avanzadas más caras como la Canon G12 o la Olympus XZ-1. Ahora sólo falta que a nadie más se le ocurra lo mismo que a mí y se agoten las existencias.
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