Me ha llamado la atención un artículo en Overthinking It de John Perich sobre un videojuego de la serie The Elder Scrolls donde cuenta cómo en el juego no hay una narrativa única sobre la realidad del mundo en que tiene lugar la acción. El jugador puede ir leyendo textos repartidos por el juego y descubrir diferentes puntos de vista. Es más, termina descubriendo hechos por sí mimo que contradicen las leyendas y supersticiones populares.
Leí fantasía en mi adolescencia y llegué tarde a J. R. R. Tolkien. Cuando leí «El Hobbit» y su estilo me pareció anticuado. Luego no pasé en el primer libro de «El Señor de los Anillos» del encuentro con el cargante Tom Bombadil. Así que mi principal referencia sobre la trilogía son las películas. Al final del «El Retorno del Rey», viendo cómo Aragorn eran aclamado por el pueblo tras su boda, me paré a pensar cómo todas las obras de fantasía medieval presentan de forma acrítica un orden social estratificado. Nos cuentan la historia de reyes justos y bondadosos, sus caballeros valientes y bellas princesas de fuerte cáracter. Todo tan tremendamente reaccionario en que el orden social viene dado por el nacimiento. Nosotros, como lectores, somos invitados a participar en el anti-moderno Medievo como una fiesta floral que mitifica la realeza y la aristocracia.
El paleontólogo ruso Kirill Yeskov tuvo la idea de contar «El Señor de los Anillos» desde el punto de vista de Mordor. «Canción de hielo y fuego» de George R. R. Martin ha ido más allá al evitar presentar el típico elenco de personajes en el que «los buenos» llegan al final de la historia sin un rasguño. Pero seguimos atrapados en el discurso de nobles y caballeros. La idea es que en realidad hay muchos puntos de vista. Las historias, a pesar de el narrador omnisciente, no son más que puntos de vista. Sería sin duda posible contar los mismos relatos desde el punto de vista de los campesinos, pastores, mercaderes, sacerdotes y prostitutas. Quizás el género esté a tiempo de renovarse o quizás deba ser preciso acabar con él de una vez por todas.
Tú lo que quieres es leerte El capitán Alatriste 😀
Canción de hielo y fuego parte de ese «juego de tronos» entre nobles y caballeros, es cierto… pero también te muestra cómo muchos que llegan a tener ese poder lo hacen por azar o ambición, no tanto por cuna. Y te cuenta diferentes escenas por diferentes personajes, el problema es que desde que le pone nombre a un personaje es fácil concebirlo como otro más del salón del rey, y no como el jefe de cuadras o como el maleante que el escritor te dice que es.
En ese sentido, la obra de Martin es mucho más interesante y madura que la de Tolkien, que yo disfruté de pequeño y de la que soy muy fan pero que, ya lo apuntas, falla por la linealidad: los buenos están claros, los malos están claros, y no hay hueco para espectadores. Tan perfecta y transparente que no hay por dónde agarrarla sin que se manche.
Tu post me ha recordado la entrevista a Jesús Martín Barbero en que habla de tres competencias: la histórica, la estética y la lógica. Al hablar de la histórica, comenta precisamente que hay muchas distintas historias. Es cierto, en Juego de Tronos no hay buenos y malos pero los puntos de vista son todos de personajes de noble cuna. ¡Saludos!
Yo propongo renovar el género de la fantasía de estética medieval aportando una perspectiva marxista. O contar la misma historia desde dos puntos de vista contradictorios.
Pérez-Reverte ha hecho grandes aportaciones. ¡Guillotina, guillotina!
ja ja ja ja, me he reído, y eso que Pérez-Reverte (que con 15 años me entretuvo, como a todos) hace ya mucho que me gusta cada vez menos, que me parece un escritor del montón cuyo único mérito es sacar pecho por atreverse a escribir como nadie escribe. Algo que, según parece, no es exclusivo de él, pese a que todos pensemos en Pérez-Reverte como el señor que más tacos pone por escrito en esta cristiana lengua retorcida por algunos hijosdalgo.
No vi El maestro de esgrima, ¿crees que me resultaría entretenida a estas alturas? Quizá vale la pena 😀
Me confieso lector de Pérez-Reverte. Y a mucha honra.
Creo que habría que aprender a diferenciar entre su obra, sus columnas semanales escritas por el «Pérez-Reverte personaje» y el autor. Él mismo contaba hace poco la decepción que se lleva mucha gente al conocerle en persona y no encontrar a un tipo cascarrabias que suelta tacos a cada rato. Decía que pensaba que a estas alturas la gente habría aprendido a diferenciar al autor del personaje que ha construido.
Yo me leo todas las semanas sus columnas en el foro de icorso.com desde hace ya años y las hay de todo tipo. Melancólicas, deprimentes, evocadoras, graciosas y las que más famoso le han hecho, que son en las que dispara con bala. Mi favorita de todos los tiempos es esta:
http://favoritosreverte.blogspot.com/2011/10/artistas-o-artistos-con-mensaje.html
Me asfixié de la risa la primera vez que la leí. Y me sigue pareciendo buenísima.
Dicho lo cual, Pérez-Revete es un autor que tiene un universo de temas muy personales: Cómo el sentido del honor o del deber… en definitiva ser fiel a unos principios son el ancla moral de personas sometidas a los avatares del destino y a los caprichos de los poderosos. La épica personal como salvavidas en un mundo que no la entiende y la desprecia. Si todo ello te resulta familiar disfrutarás «El maestro de esgrima». Fue lo primero que leí de él, allá por abril de 1993, enganchándome hasta hoy.