Hace poco, el humorista Louis C. K. gastó 250.000 dólares en montar una página web para comercializar la grabación de uno de sus shows a 5 dólares y sin DRM. Hasta el momento cobraba una miseria por los DVD que las cadenas de televisión editaban de sus especáculos. Con su propia página web sólo en los primeros días ganó cerca de un millón de dólares.
Lucía Extebarría, una de esas escritoras que marcó una época y ahora anda en horas bajas por cosas de la industria editorial, anunció hace poco que dejaría de escribir novelas por culpa de la «piratería». Obviando el chiste fácil al tratarse de una autora a la que se le han descubierto plagios, nos encontramos con otro caso de cavernícola tecnológico que se ha quedado fuera de juego con el cambio de modelo de negocio. Las reglas están cambiando.
Ya lo dijo Bob Dylan, «the rules they are a-chaaaanging»
😉
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