El pasado mes de mayo el escalador español Carlos Soria se encontraba a 286 metros de la cumbre del pico Kangchenjunga. Carlos Soria tiene 74 años y está tratando de ascender a los catorce picos que superan los 8.000 metros de altitud. Sus anteriores expediciones no habían hecho cumbre y el Kangchenjunga estaba casi a su alcance. Pero la ascensión había sido dificultosa. Carlos Soria había propuesto a las otras expediciones poner dos sherpas para la empresa común de tender cuerdas en los tramos más peligrosos. Pero el día en que se preparó para el gran asalto final se encontró con que el resto de escaladores decidieron subir por su cuenta. Los sherpas de la expedición de Carlos Soria tendieron cuantas cuerdas pudieron hasta encontrar que no tenían suficientes para un tramo realmente peligroso. En aquella parte de la montaña el avance se ralentizó. Y entonces Carlos Soria se encontró a esos 286 metros de la cumbre. Calculó el ritmo de ascenso y concluyó que estarían a tiempo de hacer cumbre, pero la noche y el frío se les echaría encima en el camino de vuelta que tiene un trame muy expuesto. al viento. Si subir es penoso y difícil, bajar requiere extremo cuidado y concentración para ir pisando en el lugar correcto. Y precisamente la concentración es algo que falla cuando estás agotado en alta montaña. Carlos Soria decidió dar la vuelta. Seguir adelante era arriesgar la vida del resto de la expedición. El jefe de los sherpas protestó y trató de animarle. La cumbre estaba tan cerca. Carlos Soria insistió. Era cuestión de ser honesto consigo mismo. Estaban subiendo muy lento e iba a poner a todos en peligro al obligarles a bajar con la noche echándose encima. Finalmente dieron la vuelta. Y se encontraron por el camino con otras expediciones que habían decidido seguir adelante. Hicieron cumbre once personas, entre escaladores y sherpas. Cinco no volvieron. Carlos Soria es el alpinista más prudente del mundo. Nunca ha sufrido una congelación en las extremidades o ha necesitado ser rescatado. Y es el más sabio.